¿Por qué afectarán los extremos climáticos más a España que a otras regiones?

Miren ustedes esta proyección cartográfica del mundo. Se distinguen perfectamente los desiertos de los trópicos y de las zonas templadas del planeta. Los trópicos húmedos se extienden desde los 15ºS a los 15ºN. Entre ellos y las zonas templadas están los desiertos, desde los 15ºN a los 35ºN y en el sur sobre esas mismas latitudes sur, pero teniendo en cuenta que hay mucho más océano rodeando los continentes.

 

Es curioso ¿no? Donde más radiación solar cae es donde más llueve. Colombia, Singapur, Indonesia, ….

 

¿Cuándo llueve? El agua de los mares, de los campos y de los ríos y lagos se evapora bajo los rayos del sol, como el agua de una olla cuando le damos calor o una patata metida en el microondas. El vapor sube en la atmósfera con el aire recalentado en contacto con la superficie del planeta. Pero al subir se enfría. La razón del enfriamiento no tiene nada que ver con el sol. En los gases la temperatura es proporcional a la presión ( hinchen ustedes con ganas una bicicleta con una bomba de mano: al final la bomba tiene tanta temperatura, está tan caliente que no se puede tocar).

 

Al subir el aire cada vez tiene menos aire encima, y su presión es cada vez menor, hasta que cuando llega a la tropopausa, la zona que separa la troposfera de la estratosfera su temperatura es de alrededor de -70ºC. Al enfriarse el vapor de agua del aire, se vuelve a convertir en agua líquida, gotitas microscópicas que van uniéndose entre si hasta formar las gotas de lluvia: Llueve mucho entre las líneas que he mencionado arriba.

 

El aire, cuando llega a la tropopausa ya no puede subir más y se desplaza hacia los Polos, pero como se mueve más deprisa que el suelo que tiene debajo, porque conserva la velocidad lineal que tenía cuando estaba sobre el ecuador, se va desplazando hacia el Este. Es aire frío, y por lo tanto, pesado y baja desde la tropopausa hacia el suelo, como baja el aire acondicionado si ustedes lo tienen en la parte de arriba de sus habitaciones.

 

Al bajar aumenta su presión, se calienta y el agua líquida que lleva se vuelve a evaporar, de manera que ya no llueve. Cuando llega al suelo gira de nuevo y se desplaza de Este a Oeste: Los alisios de Canarias, los »Vientos del Comercio» (Trade Winds) de los ingleses, que llevaban los barcos de vela desde esas Canarias hasta el Caribe, la única forma de llegar allí incluso los barcos noruegos, hasta la época de los barcos de vapor.

 

Los vientos descienden entre las latitudes de 15º y 30º tanto en el norte como en el sur, salvo al norte de los Himalayas, donde los desiertos se sitúan entre los 35 y los 40 gados de latitud norte, al ser forzados a subir sobre esas montañas y bajar al norte de ellas.

 

Como dato curioso, sobre el Sahara se localiza la zona de mayor cantidad de vapor de agua en la atmósfera en verano, pero no llueve.

 

El juego de presiones y la velocidad lineal de la Tierra a distintas latitudes (40.000 km en 24 horas en el ecuador, 0 km/h en los Polos) fuerza al viento a moverse de Oeste a Este y a acelerarse en altura en la región de máximo gradiente de temperaturas entre el ecuador y los Polos. En el ecuador la temperatura es de unos 22ºC todo el año, pero en los polos varía desde bastante fría en los inviernos de cada hemisferio y sus veranos, desde unos -40ºC en el norte en invierno a unos -10ºC en verano, desde -70ºC en el invierno austral a -20ºC en su verano.

 

La zona de máximo gradiente de temperaturas se situaba, en la longitud de España (3ºE a -10ºO) más o menos sobre el Atlas en invierno, y en verano sobre el Cantábrico. Y ese gradiente era fuerte, como la pendiente de una buena cuesta a la que se enfrenta un ciclista en Madrid desde el Manzanares hasta Callao, por ejemplo. Un gradiente fuerte forzaba vientos tendidos, sin muchos meandros, como el río cuando baja de las montañas.

 

Pero cuando el río llega a la llanura, se debilita su velocidad y empieza a hacer meandros, tanto más curvilíneos y profundos cuanto menor es el gradiente de alturas por donde discurre de la planicie hacia el mar.

 

En Otoño y Primavera el río de aire forzado por ese gradiente era casi constante sobre España: Las lluvias de Otoño y en »Abril, las aguas mil». El río de aire, el »chorro» polar cruzaba España al bajar del Cantábrico hacia el Atlas en otoño y al revés en la primavera. En Enero estaba sobre el Atlas sin moverse y los cielos sobre España eran claros, se veía la luna sin vapor de agua por medio: «Eres más bonita que la lunita de Enero». A mediados de Junio, pasada la Feria del Libro en Madrid (sobre la que siempre caían tormentas) el chorro estaba sobre el Cantábrico y allí llovía sin parar todo el verano que en el resto de España era absolutamente seco.

¿Qué es el cambio climático? Estamos aumentando, muy rápida y muy intensamente la concentración de CO2 en la atmósfera, y este gas funciona como una manta, en un »efecto manta» y no invernadero, pues los vidrios dejan pasar los rayos infrarrojos, no tan bien como los rayos visibles, pero los dejan pasar (las vitrocerámicas se basan en ese paso de infrarrojos a través de vidrios gruesos).

 

En las noches de invierno segovianas de mi infancia, la temperatura bajaba, y bajaba y bajaba al avanzar hacia la madrugada. La casa del abuelo no tenía calefacción en los dormitorios, y la única manera de no helarse era ponerse una manta encima de otra, que NO daban calor, sino que impedían al calor producido por el metabolismo del cuerpo (100 watios) salir hacia el aire de la habitación: El calor nos lo dábamos nosotros a nosotros mismos.

 

El aumento de CO2 en la atmósfera es un efecto »manta»: Cuanto mayor es su concentración, más agujeros tapa en la atmósfera para impedir que el calor de la superficie de planeta, generado por la luz visible, se escape hacia el espacio.

 

Un efecto del aumento de temperatura entre la »cama» (la superficie de la Tierra) y la »manta de más arriba» (la tropopausa) es que la temperatura del Polo Norte ha aumentado substancialmente en los últimos 50 años (la del Polo sur aumenta mucho más despacio, pues alrededor del Polo Sur el chorro polar no hace meandros, no hay tierras que le hagan oscilar).

 

En el Hemisferio Norte, el chorro polar, al pasar por encima de las Rocosas en los

EEUU y de las montañas de Noruega en Europa, iniciaba una serie de meandros, que eran suaves hace 50 años, y que ahora son violentos. Esos meandros han ido llevando aire caliente al Polo. Este se ha ido derritiendo y los suelos sin hielo se calientan todos los veranos, y luego no se enfrían porque el hielo es un magnifico aislante del calor.

 

El cambio climático está haciendo subir la temperatura del Polo Norte. Esto implica un gradiente disminuido (como subir del Manzanares hasta debajo del puente de Toledo, en Madrid) de temperaturas, y esto produce que el chorro ya no baje hasta el Atlas en invierno (se queda más o menos sobre Cádiz) y suba casi hasta Irlanda en verano, y con una corriente debilitada, es decir, con meandros cada vez más profundos.

 

Cuando el meandro viene del sur al norte, tenemos altas temperaturas, incluso en invierno, y polvo sahariano, que se deposita en los cristales de los coches si llueve. Cuando el meandro viene de norte a sur, tenemos esas invasiones de aire polar que nos dejan tiritando y rompen infraestructuras.

 

Y esto pasa esencialmente sobre España, que está cerca del norte de la zona de los desiertos y debajo de las zonas templadas del planeta.

 

España estará sometida, cada vez más, en un planeta en el que los seres humanos han tomado la decisión consciente de no frenar el cambio climático (los indios y los chinos quemarán hasta la última tonelada de carbón de sus minas antes de buscar otras fuentes de energía, y los españoles parece que les seguimos la idea) a estos extremos enormes de altas y bajas temperaturas y grandes etapas de sequía interrumpidas por lluvias torrenciales, que no empapan un suelo desnudo de árboles, que no recargan los acuíferos y que solo generan daños estructurales.

 

Los científicos hemos estado avisando de esto desde hace 40 años, como el que da voces en el desierto.

 

España estará, en este siglo XXI, sometida a extremos climáticos cada vez más intensos, extremos a los que somos vulnerables porque estamos muy cerca de los desiertos, y no tenemos el país lleno a rebosar de árboles que capturan las lluvias torrenciales.

 

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