Estudiar el clima nos da claves sobre la ciencia

¡Parece mentira! Los grandes e insondables problemas de la física, la materia a escalas subatómicas, inferiores a la del protón, uno de los componentes del átomo, pueden entenderse mejor si uno entiende los problemas de clima de nuestro planeta.

 

La teoría atómica, es decir, la mecánica cuántica, es esencialmente probabilística. El clima también.

 

Pero los teóricos de la cuántica afirman, y se quedan tan anchos, que las probabilidades en cuántica no tienen nada que ver con las del resto de la naturaleza.

 

Se dice que, en la vida ordinaria, si pudiésemos conocer todas las variables que modifican el movimiento de un objeto, las probabilidades desaparecerían y el movimiento sería determinista. Pero es imposible conocer todas las variables que influyen en, por ejemplo, el tiempo atmosférico, y por lo tanto la evolución del clima. No solo es imposible conocerlas, sino que el propio sistema climático varía tanto, que las trayectorias del tiempo son esencialmente impredecibles, exactamente lo mismo que ocurre con las trayectorias de 4 cuerpos masivos, de masas similares, pero no iguales, que se mueven los 4 bajo la interacción gravitatoria entre ellos. Su movimiento es esencialmente caótico y aleatorio, independientemente de nuestro conocimiento o falta de él.

 

En el mundo atómico, las interacciones son del mismo tipo que las interacciones gravitatorias, e inmensamente más fuertes. Y el número de cuerpos que interaccionan es inmensamente mayor que el de 4 masas solares o planetarias. Y no hay forma de aislar una partícula atómica, por ejemplo, un electrón, de esas interacciones con otras cargas eléctricas en movimiento.

 

Es decir, no hay partículas aisladas, que son aquellas para las cuales se ha hecho la teoría cuántica. Si no hay partículas aisladas y el número de interacciones en muy elevado, y las interacciones, como las del sistema climático, son no lineales, los movimientos atómicos son aleatorios, dentro de las ligaduras (protones, por ejemplo) correspondientes.

 

Por lo tanto, la probabilidad “cuántica” no es muy distinta de la probabilidad del mundo macroscópico. Al ser así, los misterios cuánticos desaparecen como misterios y se convierten en lo que son, resultado de movimientos aleatorios muy rápidos.

 

Al mismo tiempo, si miramos un coche, la energía del campo electromagnético con que lo iluminamos, es pequeñísima comparada con la energía del coche, mientras que la mínima energía de cualquier campo electromagnético que podemos utilizar para ver un electrón es del mismo orden de magnitud que la de este: Al “iluminar” el electrón cambiamos su posición y su velocidad.

 

Y las “ondas” que se dice que son los electrones, son en realidad funciones de probabilidad que tienen máximos y mínimos como los senos y cosenos que forman las ondas, por ejemplo, las ondas de sonido o las olas del mar. De hecho, los electrones se comportan como partículas con masa, y son las funciones de probabilidad las que tienen alguna analogía con las ondas. Pero electrones y sus funciones de probabilidad no son la misma cosa. Estas últimas, realmente, son construcciones intelectuales, con nula realidad en la naturaleza.

 

Ahora bien, los movimientos aleatorios, como los del tiempo atmosférico, lo son dentro de unas ligaduras mucho más deterministas que aquellos movimientos. Por ejemplo, en una mesa de billar agitada por un generador aleatorio, el movimiento de las bolas lo es también, pero estas bolas no pueden salir de la mesa: Sus movimientos son caóticos dentro de la ligadura de la mesa.

 

El tiempo atmosférico es caótico, pero dentro de las ligaduras del espesor de la atmósfera, la distribución de continentes y mares, y la forma esférica de una Tierra que gira. Son estas ligaduras las que proporcionan una medida de algún tipo de orden a ese tiempo atmosférico, y a su estadística que es el clima. Son las rejillas de las redes cristalinas o amorfas de los materiales, las que proporcionan una medida de algún tipo de orden a los movimientos atómicos.

 

¿Cambia el clima? Si, por ejemplo, la temperatura media global aumenta y disminuye con las décadas y los siglos, lo mismo que la temperatura de un material cambia con la energía de electrones y protones que lo componen.

 

En un mundo de super-especializaciones necesitamos, cada vez más, la multidisciplinaridad, el que cada vez más personas dominen muchos campos, pues solo desde ese dominio los problemas de uno de ellos encuentran su solución en las soluciones de los otros.

 

La naturaleza es impredecible en detalle. El ansia de orden del ser humano, que ha generado tantas dificultades en la vida de las personas, debe ser reemplazado por un reconocimiento de la incertidumbre y, sobre todo, por un reconocimiento de que se puede vivir muy bien con ella.

 

Será este tema de la vida bajo la incertidumbre el sujeto de un nuevo post.

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