Febrero como mayo, abril como febrero

Observemos la situación del hielo en el Polo Norte en estos días:

y a continuación, el hielo en los últimos años en estas fechas:

 

El Polo Norte está muy caliente (relativamente a su latitud). En la atmósfera, con la rotación de la Tierra, los vientos se aceleran en altura con una aceleración causada por la diferencia de temperaturas entre el Ecuador y el Polo, en la dirección Oeste-Este.

Nuestras emisiones de CO2, y sus consecuencias, como el deshielo de las tundras siberiana y canadiense y la emisión del metano almacenado en las mismas, están calentando, de momento al Polo Norte; más tarde harán lo mismo con el Polo Sur.

El calentamiento del Polo Norte desvía el punto de máximo gradiente de temperaturas del norte de España hacia Inglaterra y Escocia, y con él la zona central del chorro polar. Un gradiente menos intenso produce un chorro más lento, y esto, meandros profundos, que inyectan aire muy frío polar, o aire africano en nuestras latitudes y por tanto en España.

Este año de 2019 hemos tenido uno de estos meandros en Febrero, con aire sureño, y en Abril ha cambiado el meandro durante unos días y ha llovido, no mucho, pero si algo de lo que necesitaba el campo español.

Esto lo llevo contando desde hace un par de décadas, con un éxito exactamente igual a cero, como ocurría con las profecías de la princesa Casandra en la guerra de Troya.

Los seres humanos somos algo asombroso: Nos dicen y nos muestran que la carretera por la que vamos acaba en un precipicio, y aceleramos para caernos antes.

A mí, ahora, ya no me interesan tanto los cambios climáticos: hay uno de ellos ahora, mucho más rápido e intenso que los anteriores, y actúa contra una civilización frágil.

Y la causa de estecambio climático es la emisión salvaje de los gases de escape de coches, camiones, barcos, aviones, cementeras, fábricas de fertilizantes, y centrales eléctricas que generan electricidad a base de quemar productos carbonados.

Esto es así.

Lo que me intriga ahora es la mente humana, individual y, sobre todo, la mente colectiva, que permite que esto ocurra.

En la Tierra hay recursos más que de sobra para que cada ser humano viva muy bien, a base de compartirlos.

Y sin embargo la idea más generalizada es robarse recursos unos a otros, no tanto a nivel individual, que también ocurre, pero sobre todo a nivel colectivo.

Y esto es lo que me intriga. ¿Por qué es el conjunto más loco que los individuos que lo forman?

La respuesta la podemos entender considerando el Cambio Climático.

Aunque las ecuaciones que trata la física, o que ha tratado hasta ahora en una considerable mayoría son lineales, las del tiempo atmosférico y el clima son no lineales: Cuando se funde un trozo de tundra en Canadá, el suelo se calienta, y en el verano siguiente, habiendo retenido el calor gracias a la cubierta de hielo, ese trozo funde otros más a su alrededor: El sistema es como el de los céntimos en los tableros de ajedrez: 1 en la primera casilla, dos en la segunda, hasta 2 elevado a  63, es decir 9 millones de billones de céntimos, es decir unos 90.000 billones de euros.

Las interacciones humanas son no lineales. Si bien las estupideces individuales se extinguen pronto, aunque llaman considerablemente la atención, las locuras colectivas se refuerzan unas a otras como las monedas en el tablero y, asombrosamente, se consideran correctas: Por ejemplo, “defienden a la tribu”.

Hemos vivido un pequeño intervalo de tiempo, digamos 60 años, desde 1945 a 2005 más o menos, con dos bloques de humanidad colectiva enfrentados entre sí.  La locura del resto se estrellaba contra la de esos dos bloques, que sin embargo estaban tan lejos uno del otro que en la realidad casi no interaccionaban.

Pero el bloque ruso colapsó por motivos internos (obsolescencia). Las locuras colectivas comenzaron a crecer, por interacción no lineal, en bloques próximos entre sí. Inglaterra contra el resto de los europeos, Cataluña contra el resto de los españoles. Italia, que es un desastre organizativo, y por motivos esencialmente internos, empieza a rechazar al resto de grupos europeos.

Y así con las demás tribus humanas que, tras un pequeño intervalo histórico de expansión, vuelven a reconcentrarse en glóbulos aislados como una lámina de agua sobre un vidrio bien limpio, que tras extenderse, vuelve quedar en forma de gotitas.

En las teorías de la evolución humana se destaca con frecuencia la importancia de los grupos para la supervivencia de la especie, y en cierta medida tienen razón pues, por variación genética, en cualquier conjunto humano siempre hay individuos menos inteligentes, menos capaces físicamente, que se cansan antes que los demás y que precisan del apoyo de los otros para sobrevivir. E igualmente, por pura variación genética, el número de los muy capacitados es siempre pequeño.

El resultado, visto a lo largo de la historia, ha sido siempre el mismo: La agrupación de individuos que precisan una frontera para mantenerse como grupos y, por tanto, la separación radical de otros grupos que, por mal uso del lenguaje, acaban demonizados.

Un trabajador de Oeste Medio americano, un inglés de Yorkshire, un catalán de Gerona, sienten que no pueden competir con otras personas, y piden que se establezca una tribu que les proteja de la competición. A cambio no ofrecen producir mejor, o hacer algo por los demás de la tribu, sino solamente fidelidad a la misma, y en cualquier caso disfrutar de lo que otros miembros de la tribu puedan producir.

Claro, si lo único que pueden ofrecer es fidelidad, tienen forzosamente que impulsar el conflicto con otras tribus, para demostrar que entregan a la propia lo único que le pueden dar.

Aparece así en la mente colectiva de las tribus que lo único importante en la vida es la protección del grupo, de manera que la posible destrucción de los demás se acepta como lo más razonable.

Puesto que el Cambio Climático es algo que afecta a todos los grupos, cada grupo tribal deja de considerarlo como algo propio, piensa que el interés es por parte de los otros, y por tanto rechaza interesarse por él. Cada persona puede estar inmensamente preocupada por el fenómeno, pero una vez que se integra en la tribu, la preocupación se difumina y pasa a último lugar.

La vuelta al esquema tribal es una consecuencia de la desaparición de la “Guerra Fría”, y supone la vuelta a la situación, digamos, “normal”, de la especie humana.

El cambio climático tiene visos de llegar a los 4ºC de aumento sobre la temperatura anterior a 1850.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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