Parece mentira pero tras 400 años de ciencia seguimos siendo animales

Y es una pena, pues la única virtud animal es la supervivencia. Las hormigas llevan 300 millones de años sin hacer otra cosa que vivir para parir. Es como cierto sultán de una isla de Asia central, que tiene 300 coches. ¿Para qué? O la ex presidenta de Filipinas, 3000 zapatos. ¿para qué?

El ser humano, o al menos algunos seres humanos, crea. Antes del Duomo de Florencia, de la Capilla Sixtina, de las Cantatas de Bach, de las sinfonías de Beethoven, antes de la Iliada, de “La naturaleza de las cosas”, del Quijote, de Lope y Calderón, de Shakespeare, esas obras no existían en el Universo. Fueron creadas por el hombre.

Hasta los humanos más sencillos, más “normales” crean en sus casas y en sus trabajos un ambiente particular, original, individual, que no es el mismo nido que el de otros, como los de las avispas, iguales hasta el último detalle entre ellos.

Se ha dicho que lo que distingue al ser humano de los animales es el manejo del fuego, la capacidad de hablar, de hacer herramientas. Ésto, y mucho más se resume en la capacidad de crear, única en el mundo de las personas que lo habitan.

Más propio de animales es la destrucción, que no aporta ni siquiera la liberación de stress, pues el que destruye quiere seguir haciéndolo.

Cuando conduzco, mantengo una distancia de al menos 100 metros con el de delante, y me gustaría que el que va por detrás mantuviese la misma distancia conmigo. Pues bien, mi experiencia es que los que van detrás me adelantan de cualquier manera posible, aún a riesgo de accidentes y pérdida de sus coches. ¿Para qué?

Cuando me han adelantado siguen a la misma velocidad a la que voy yo, y por tanto llegan a destino en el mismo tiempo que si no lo hubiesen hecho.

Esto solo puede deberse a un instinto atávico, animal. No sé si los lectores han visto algún documental de buitres alrededor de la carroña. Todos quieren encontrar un hueco para meter el cuello. Parece que los conductores que adelantan para avanzar cinco metros lo hacen siguiendo el instinto de los buitres, en vez la racionalidad humana.

Las recientes escenas de Cataluña, en la semana del 14 al 20 de Octubre de 2019 representan otras imágenes de esa animalidad. ¿Qué pretenden conseguir con la quema de coches y asaltos a comercios, con los incendios de contenedores, y la rabia desatada?  Nada, pues, racionalmente, ellos y sus jefes saben que sus contrarios no negocian ante el chantaje. Nadie ha “conquistado” la independencia mediante la violencia, ni mediante la resistencia civil.

El mejor ejemplo es la India. Inglaterra, tras la II Guerra Mundial calculó, interesadamente, que le salía más a cuenta la Commonwealth que mantener ejércitos en distintas partes del mundo. Sencillamente.

La Revolución Francesa no llegó a durar ni 10 años, y la violencia solo sirvió para satisfacer las ansias animales de algunos ciudadanos. La Revolución Bolchevique solo consiguió cambiar de nombre a los déspotas, y mantuvo el sistema de esclavitud de los eslavos en Rusia que había durado desde 1550 hasta 1918. Los mismos perros con distintos collares.

En los EEUU una buena parte de los que apoyan a un loco infantil son aquellos que quieren volver al sistema de tribus de los nativos americanos, un sistema que, debido a la competencia violenta entre ellos, en vez de la cooperación racional, los mantuvo en una escala de primitivismo que los llevó a la casi desaparición. Los “blancos” no eran mucho mejores, pero fueron capaces de formar una federación y, a regañadientes, cooperar entre sí.

La razón, por encima de la mera animalidad, siempre produce mejores resultados para cada uno y para todos.

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