Escribía hace un par de semanas que estamos desperdiciando la oportunidad de acceder a una barbaridad más de energía de la que disponemos ahora, utilizando la energía solar.
El domingo día 27 de Octubre apareció Jeremy Rifkin en la televisión diciendo que esa riqueza estaba ya casi disponible, y que se alcanzaría en 2028.
Es un poco difícil que sea así. Pero se puede avanzar más o menos deprisa hacia el objetivo. Lo que no podemos es detenernos.
Vamos a considerar el caso de España, y este caso se puede extender a otros países.
España está utilizando hoy alrededor de 1440 Twh anuales entre usos estáticos y movimiento de vehículos.
Con un rendimiento medio de 200 kwh por metro cuadrado y año, el consumo anual español implica instalar unos 7200 km2 de paneles fotovoltaicos. Teniendo en cuenta que España tiene medio millón de kilómetros cuadrados, 7200 representan un 1.4% de la superficie española. Por comparación la superficie urbanizada es de 88000 km2, es decir un 17.4%.
Tenemos, pues, suelo más que de sobra para capturar energía solar de los tres tipos fotovoltaica, solar térmica y eólica.
El consumo de energía se reparte en un 22% para usos industriales, un 33% para usos en edificios, y un 45% para transporte.
La UE ha propuesto un objetivo en las próximas décadas, de edificios de consumo neto cero de energía. Teniendo en cuenta que en los edificios (viviendas, oficinas, industria, locales de ocio) se precisa consumir energía sí o sí, en frigoríficos, cocinas, lavadoras, casi nada en iluminación, máquinas, etc. se plantea producir esa energía mediante un máximo de energía fotovoltaica y solar térmica locales, en los propios edificios. La solar térmica se usa para el agua caliente que precise la higiene personal y lavadoras y lavaplatos.
Se pretende que los edificios estén bien aislados térmicamente. Es imposible conseguir que un edificio nuevo no pierda o gane energía térmica (calor) a través de paredes y ventanas, además de los tejados en los pisos superiores, pero se pueden reducir notablemente esos intercambios de energía mediante buenos aislamientos. Aislar térmicamente los edificios antiguos es más difícil, pero se puede hacer.
Es posible reducir el flujo de energía en forma de calor por conducción a través de las paredes y ventanas, pero es imposible reducirlo a cero. Es más difícil reducir el calor por radiación a través de los ventanales, pues es claro que éstos están diseñados para que entre y salga energía (la luz). Solo eliminándolos conseguimos bajar a cero el calor que pudiese pasar por ellos.
Hoy se ha comenzado ya en algunos (pocos) edificios a instalar almacenamiento geotérmico de la energía, inyectando calor en verano en el subsuelo y extrayéndolo en invierno.
Los cálculos que realizan mis alumnos de un Master de Arquitectura (MUPAAC) de la universidad de Alcalá, indican que para edificios en España, se precisa instalar una producción fotovoltaica de un mínimo de 2 kw y almacenamiento para unos 6 kwh diarios por vivienda. Esto implica al menos 10 m2 de tejados por vivienda, para fotovoltaica, y 2 m2 más para agua caliente
Si tenemos un tejado de 320 m2 (4 viviendas de 80 m2 por planta) no podemos construir más de 8 plantas por edificio, y teniendo en cuenta que en invierno se captura poca energía solar, lo más probable es que la altura quede limitada a 6 plantas. En Madrid no es mucho problema pues hace años se estableció una ordenanza que limita a 4 plantas los edificios de viviendas, pero no hay limitación para edificios de otros usos.
Pero las viviendas nuevas son pocas, relativamente al parque de viviendas actual en las ciudades españolas.
Es preciso un esfuerzo notable de reforma de edificios antiguos y una total adecuación a la normativa europea de los edificios nuevos.
Para los sistemas industriales se precisa un cambio mucho mayor de los esquemas productivos, pues muchos de ellos se basan en el fuego, en vez de en la electricidad, como por ejemplo, las cementeras, que precisan temperaturas de 1500 ºC. Sería necesario cambiar a hornos eléctricos. Es posible, pero no inmediato.
El mayor gasto de energía en España se concentra en el transporte, de viajeros y de mercancías. Es preciso cambiar el transporte de mercancías hacia túneles al vacío con contenedores cilíndricos deslizando en acero sobre teflón, y en su momento en levitación magnética. Esto implicaría eliminar los puestos de trabajo de los conductores de camiones, que pueden dedicarse al mantenimiento y control del sistema de túneles.
Con respecto a los viajeros, se necesita sobre todo un cambio de mentalidad sobre la idea de la posesión de los medios de transporte. Hoy un coche es un bien preciado para su propietario, pero es algo que pierde buena parte de su valor en el mismo momento de comprarlo, y que al revés que una vivienda, se deprecia en un plazo muy breve, y solo se usa un par de horas al día. Parece mucho más racional que los coches sean compartidos entre todos, que estén funcionando al menos 18 horas diarias, y que se compartan sus gastos entre todos los usuarios.
Los coches deberán ser eléctricos, lo que resuelve muy bien el problema de la producción intermitente de energía solar pues, por ejemplo, en España, 20 millones de baterías en los coches acumularían casi toda la energía intermitente que deben producir las fuentes solares (eólica incluida).
Rifkin hablaba aquel día de redes de transmisión eléctrica inteligentes. Rifkin solo debe de conocer las desastrosas, viejas y obsoletas redes de los EEUU. La red eléctrica española es, ya hoy, lo que Rifkin piensa que deberían ser las redes de todo el mundo.
Los problemas actuales del mundo, el rosario de protestas a lo largo y ancho del planeta, se deben al parón en el crecimiento de la disponibilidad de energía. Todos queremos vivir mañana mejor que hoy. Reducir la desigualdad económica es un factor psicológico, pero no resuelve el problema de que cada uno tenga cada día algo más, pues la riqueza de “los ricos” es un tesoro finito en el tiempo: Una vez repartido, ya no hay más y lo que se ansía es que haya más cada mes, cada año, cada generación.
Al menos durante un milenio ese “cada vez más” lo puede satisfacer la captura de energía solar, si se controla al mismo tiempo el aumento de población, y con ese surplus de energía se reforesta la Tierra y se invierte en eliminar la desertización de sus suelos.
Es un buen desafío, y un maravilloso objetivo que debe concentrar las capacidades de la población en su propio beneficio, en vez de dispersarlas en protestas y luchas sin futuro alguno.