La epidemia de coronavirus (COVID-19) ha forzado a los españoles, como a los ciudadanos de muchos otros países, a desarrollar una vida virtual.
Los alumnos atienden a la escuela en una pantalla, los profesores hablan a una ordenador, los novios se besan enviando un deseo por escrito, los partidos son de imágenes en las televisiones. Muchas empresas gestionan sus asuntos, sobre todo los financieros, vía teclado y conversaciones telemáticas.
Pero los agricultores tienen que mantener el trabajo físico, real, en el campo y los transportistas llevar, físicamente, los alimentos a las ciudades. Los médicos no pueden intentar curar por ordenador, los enfermos necesitan tubos reales introducidos en sus esófagos.
Se dice que no hay problemas financieros, que los bancos centrales pueden emitir todo el papel que haga falta (más bien, instrucciones telemáticas virtuales). Pero en algún momento ese papel tendrá que llegar a alguna equivalencia con los alimentos, que es lo único que se quiere que se produzca.
Es altamente probable que si pasa la crisis sanitaria, muchas vertientes de la vida se mantengan en el esquema virtual.
Ayer hablaba por teléfono con algunos amigos, familiares. Por el teléfono, sabe uno de ellos. Sabe. Conoce una parte pequeña de lo que hacen y de cómo piensan. Aunque el conocimiento de los demás es siempre escaso, vía teléfono es mucho más fragmentario. Vía Skype o sistemas similares se puede ampliar la información intercambiada, pero sigue siendo una información escasa.
De los 5 sentidos, la telemática usa solo dos, y de manera reducida, pues la transmisión, por muy ancha que sea la banda, comunica mucho menos que la realidad.
Y todo esto se centra en el objetivo de la vida, de la vida humana en particular.
La vida del resto de los seres vivos es adquirir energía para duplicar los genes. Las hormigas habitan el planeta, sin haber cambiado, desde hace 300 millones de años. En cuanto llegan temperaturas moderadas, salen de los hormigueros en busca de comida (energía). Con ella la reina pone huevos, que al cabo de unos días eclosionan para… ¿para qué? Para salir a buscar comida (energía) para que la reina ponga más huevos para…
No tiene el menor sentido ni interés. Es el mismo esquema de los virus que hoy nos atacan: Duplicar sus cadenas de ADN, de manera ciega, sin objetivo alguno.
La vida humana, manteniendo, cómo no puede ser de otra manera ya que somos animales, el objetivo de la reproducción, desarrolló otra ambición: La ambición de crear.
El ser humano crea, desde su aparición en el universo, crea: Crea melodías y armonías, crea imágenes bidimensionales (pintura y fotografía) y tridimensionales, la escultura, crea estructuras grandes, la arquitectura y la ingeniería civil, crea historias con la literatura. Ha descubierto las leyes de funcionamiento de la naturaleza, incluida la de la reproducción de las cadenas de ADN.
El objetivo de la vida humana no es, como dicen algunas religiones, adorar, servir, ser esclavos de un dios, o eliminar el dolor de volver a nacer.
El objetivo es, siempre que se puede, crear, en grande o en pequeño, crear cada uno, y ayudar a crear a los demás.
Incluso arreglar un jardín para crear belleza en él es crear. Incluso preparar un plato delicioso de comida, es crear.
Crear exige la libertad casi absoluta de cada ser humano, solo limitada porque cada ser humano respete la libertad de los demás.
La libertad no se puede mantener en un sistema de control del estado y de la sociedad.
Y la creación no es posible en un mundo virtual.