Evolución de la concentración de CO2 en la atmósfera de la Tierra a lo largo de los últimos 365 días.

Antonio Ruiz de Elvira, Universidad de Alcala

En la siguiente figura se puede observar la evolución de la concentración del gas CO2 en la estación de medida del Instituto Scripps de Oceanografía instalada en el volcán Mauna Loa en Hawai. Se eligió ese punto de medida por estar a gran altura en la atmósfera, y lejos de las grandes aglomeraciones humanas de América y Eurasia. Lo que se mide allí es la mejor información sobre la evolución de esa concentración en la atmósfera de nuestro planeta.

A lo largo de los últimos 365 días la evolución ha sido la de la figura que aquí muestro

 

Observamos que el máximo de concentración en el año 2019 ocurrió entre Mayo y Junio, con un valor de 415 partes por millón (ppm). A 14 de Abril de 2020, la concentración medida en Mauna Loa es ya de 416.5 ppm.

La epidemia de SARS-COV-2, o Covid-19 o CoronaVirus, se convirtió en pandemia en Marzo de 2020, y se obligó a buena parte de la población de Europa y America a dejar de utilizar los vehículos propios. Pero no se pudo limitar el movimiento de los camiones, ni en las ciudades, del transporte público. Aunque sí se rebajó el uso de calefacciones en oficinas, no se hizo en las viviendas. Las fábricas que emiten CO2 de forma masiva, de fertilizantes, cemento, siderúrgicas, no se han podido parar.

En Asia se ha seguido emitiendo CO2 en grandes cantidades (entre otras cosas porque una mayoría de centrales eléctricas en China y en India funcionan con carbón).

Como observamos, la reducción en el uso del coche particular, dentro y entre las ciudades, no cambia apreciablemente el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera. Es posible que si esta reducción en el uso se mantuviese durante 365 días sí tendría algún efecto sobre el aumento de concentración de CO2 en la atmósfera. Pero una reducción de esa concentración exige un cambio radical, no del sistema de movilidad de las personas, sino de las mercancías, de la climatización de los edificios, de la producción de electricidad, de la fabricación de un número enorme de productos. Un cambio radical del uso de la energía.

Mientras no acometamos esa tarea tendremos el resultado que muestro en la siguiente figura

proporcionada por el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve, de la Universidad de Boulder, Colorado, EEUU.

En los últimos 4 meses la extensión de hielo en las zonas polares ha sido la más baja desde 1981, estando por debajo del rango interdecil en estos últimos 45 días, y habiendo seguido ese interdecil en enero y febrero.

Esta extensión del hielo ártico es la mejor señal del calentamiento global del planeta, y tiene una enorme influencia sobre el tiempo atmosférico en nuestras latitudes templadas.

 

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