La música y su variedades primitivas

El cerebro del ser humano responde al ritmo en los sonidos. Una secuencia regular produce placer, como los estímulos repetidos de los órganos sexuales, y de los pelos de la piel. Parece que el cerebro marca como placenteras las sensaciones rítmicas y como dolorosas las sensaciones bruscas o aleatorias: Un golpe, el ruido. 

El ritmo es una secuencia de sonidos que se repite regularmente, con una frecuencia fija, en el tiempo. Cuando el ritmo cambia a lo largo del tiempo, tenemos una melodía. Es la segunda construcción de la música. Cuando las melodías se combinan entre ellas, tenemos la armonía.  Un concierto es la producción de armonías por instrumentos distintos (el piano representa esa multitud de instrumentos) a lo largo de un intervalo extenso de tiempo, entre 10 y 90 minutos. En un concierto es preciso “concertar” las armonías de los distintos instrumentos. 

 

Cuando se consigue, el efecto es sublime y produce catarsis. 

 

Estoy estos días en Isla Cristina, un pueblo marinero, sede de los barcos de pesca del atún, y otros pescados, sucio y ruidoso como pocos sitios de España. 

 

He estado escuchando una serie de cuatro conciertos de música de cámara, uno de ellos por una pianista genial de 10 años, Carla Román, y otros dos por el Ensemble Insula, que tocan absolutamente concertados, su música es maravillosa. 

 

Pero el teatro donde tocan, el Horacio Noguera, fué proyectado con un nulo conocimiento de la acústica, por un arquitecto, o estudio de arquitectura ignorante, y en el interior se escucha lo que ocurre en el exterior. 

 

Y en el exterior, a unos 30 metros, había una fiesta de esas de otros ignorantes, con un sonido primitivo consistente en bim-bam-bum repetido sin variación durante al menos la hora y media que duró el concierto del Ensemble. 

 

Es algo agotador. Causa lo contrario que el placer, pues los circuitos neuronales se saturan en la repetición, pero el ruido es tan fuerte que las neuronas no lo pueden anular. La idea de la melodía, de cambiar el ritmo cada pocos segundos es la de “engañar” a las neuronas y hacerlas reconocer constantemente otros ritmos. El placer se extiende en el tiempo, en vez de saturarse y causar, si no dolor, al menos una molestia continuada.  

 

Es posible que cause estupefacción y por ello haya personas que disfruten de ello, pero mientras que la música permite el placer disfrutando de la inteligencia, la estupefacción (los estupefacientes) anulan ésta.

 

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