Soluciones que no lo son

Hace un mes resbalé en la hierba seca de la piscina y me hice un esguince en el empeine del pié. De hecho una distensión de los tendones que unen el tobillo a los dedos.

La medicina de 2019 no tiene más solución para este problema que la misma de la época de los griegos o los romanos: Mantener el pié en alto, poner hielo y no caminar. O, si lo supiésemos, de los homo pseudo-sapiensoriginales.

¡Vaya una solución!

Hace años me dolía constantemente la espalda, como a miles de millones de personas en la Tierra. Me dieron toda clase de masajes, me hicieron Rayos X, TACs, resonancias, análisis químicos, etc. Cuando llevé todos los resultados al traumatólogo me dijo: “Usted no tiene nada”. Ni masajistas ni médicos fueron capaces de quitarme el dolor. Perdí la fe.

Al final se me quitaron los dolores tomándome cada 3 días una pastilla de potasio, que vale unos céntimos de euro.  Sin recomendación médica directa. Los médicos que consulté no conocían ese remedio, que sin embargo tiene una razón clara para funcionar: Los músculos se contraen y dilatan al intercambiar iones sodio y potasio. El potasio es amargo, y los que la envasan lo eliminan de la sal común. Y así miles de millones de personas hemos vivido con dolor durante décadas de nuestras vidas.

Me dolían los pies a rabiar. Visité toda clase de médicos, traumatólogos, podólogos. ¡Nada! Unas vacaciones de Semana Santa dejé los zapatos en casa y utilicé zapatillas muy anchas durante 7 días. Desaparecieron los dolores. Si ya había perdido la fe en la profesión sanitaria, ahora la abandoné del todo.

Me operaron de una rotura de todo lo que puede romperse en la rodilla (esquiando). Eran médicos de los jugadores del Real Madrid. Se equivocaron. Una vez hube salido del quirófano empecé a ver doble. Perdía el líquido del cerebro por un poro de los canales que discurren por la columna vertebral. Solo me pudieron curar (otros médicos) suministrándome hidrocortisona en dosis masivas. Engordé 20 kilos en una semana.

En la física, que es a lo que me dedico, se investigan fenómenos en todas las escalas del espacio y del tiempo.

Se sabe que los átomos están formados por protones y neutrones, y que contienen electrones que, al intercambiarse entre varios átomos forman todas las sustancias del Universo.

En la escala de las energías “normales” que permiten las interacciones electrónicas, y el funcionamiento de los transistores, (tanto de las antiguas radios que así se llamaban, como de los verdaderos transistores que llevaban dentro)   protones y electrones son partículas totalmente estables, que no se desintegran jamás. Los neutrones, lejos de los protones, se deshacen, en unos10 minutos, en protones y electrones.

Pero la física que se ocupa de estas materias, la física de partículas, desoyendo la regla de parsimonia de Ockam, no puede asumir esta desintegración sencilla, y hace intervenir una “partícula” W, que no existe, (hoy se dice “virtual”) que sale del neutrón y milagrosamente se convierte en electrón.

No se sabe por qué la solución al problema de la desintegración del neutrón, que parece fácil, debe complicarse considerablemente.

La explicación detallada implica una ecuación de una página de tamaño, esencialmente ininteligible salvo para especialistas, como los textos de la Universidad de Salamanca en el siglo XV. La ciencia no puede ser algo arcano, ignoto. Si llega a serlo,  se convierte de nuevo en la mística de la teología.

Adicionalmente, esa solución no aporta ninguna pista de por qué el neutrón tarda 10 minutos, y no 10 segundos o 10 horas en desintegrarse, ni siquiera por qué se desintegra. Una explicación es que tiene un poquito más de masa que el protón, y debe liberar masa. ¿Por qué?

Una ¿explicación? es que el neutrón, con una masa igual a 1 (en las unidades correspondientes) emite, como he dicho,  una partícula virtualWcon una masa de 80 (en las mismas unidades) (¿de dónde sale tanta masa, si el neutrón solo tiene una unidad?) que dura una décima de billonésima de billonésima de segundo, ¡vamos, que no dura nada! y que al desaparecer (¿cómo puede desaparecer algo que no existe, que es virtual?) se deshace en un electrón y un par de neutrinos.

 La solución al problema es más misteriosa que lo que trata de resolver. Hemos pasado del misterio de la desintegración del neutrón, al de la desintegración de una partícula que no existe.

Ante mi perplejidad, que se extiende ya 50 años, un familiar que trabaja en estas cosas, me pasó un libro sobre los quarks y los grupos de simetría. Los quarks (3 de ellos) forman los protones y los neutrones. Un neutrón tiene un quark  u  y dos  d . Cada quark  d  tiene una carga eléctrica -1/3, y el quark  u ,+2/3. Cuando un neutrón pasa a protón, uno de los dos quarks  d(¿cuál?) pierde una carga de -1 (la de un electrón) y se convierte en un quark u, con carga +2/3. -1/3 – (-1) = 2/3

¿Cómo se produce el proceso? ¿Cómo una carga -1/3 puede perder una carga -3/3?

En el libro, de 325 páginas, no hay ninguna explicación del proceso de cambio de carga. O si la hay, está tan escondida dentro de las matemáticas, que  yo no la he encontrado.

Lo mismo ocurre con el muón. Es éste un electrón pesado, que se crea a unos 30 km de la superficie de la Tierra, y se deshace en un electrón y otras partículas al llegar a aquella, en unas dos millonésimas de segundo. Cuando este proceso se realiza a baja velocidad en la superficie de la Tierra, el muón tarda mucho menos en desintegrarse..

Se suele decir que el muón tarda mucho en deshacerse cuando va deprisa, porque, por la Relatividad especial de Einstein, su “reloj” se ralentiza.

Pero, ¿Dónde está, cuál es el “reloj”? La solución a un problema introduce otro, para el cual no se da respuesta.

La ciencia debe proporcionar soluciones inteligibles por cualquier persona, como la medicina debe arreglar los problemas simples de manera también sencilla.

La alternativa es el “alohomora” de Harry Potter, el “abracadabra” de los magos, el “mumbo-jumbo” de los falsos filósofos de Salamanca que escondían su ignorancia en palabrería; o las sangrías de los médicos medievales que desangraban al paciente para no confesar que no tenían ni la más remota idea de lo que a éste le ocurría.

Había un médico de niños en el hospital del Niño Jesús, de Madrid. Veía a un niño y diagnosticaba la enfermedad. Luego utilizaba la tecnología. Como otros médicos, que salen de vez en cuando en los medios de comunicación, dejó de trabajar porque le pedían, los padres, los enfermos, que lo hiciera más de 24 horas al día. Las colas para llegar a su consulta eran gigantescas. Curaba, era ta bueno, que no podía atender a tantos pacientes. Daba soluciones.

Hay soluciones.

Yhaysoluciones que no lo son.

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