La forma de conducir y el medio ambiente

Conduzco todos los días unos 100 kilómetros en los alrededores de Madrid. Y llevo años maravillándome de la forma de conducir de los madrileños, que supongo será la misma que la de los conductores de toda España.

 

Aunque hay conductores sensibles, una cierta mayoría son personas impacientes, agobiantes, que se pegan a la trasera del coche pitando y poniendo luces, con ansia de correr como locos para frenar bruscamente unos metros hacia delante.

 

Esto no tiene el menor sentido desde el punto de vista del objetivo de la conducción que es llegar a tiempo al destino. Pero es mucho peor respecto al medio ambiente, a la riqueza de cada persona y del país en general.

 

Los coches necesitan el combustible para realizar trabajo físico. Este se define como la fuerza por el espacio recorrido, y la fuerza es la masa por la aceleración, de manera que para ahorrar energía en forma de trabajo se precisa limitar las aceleraciones al mínimo posible. La conducción a base de acelerones y frenadas no solo es molesta, sino que es estúpida.

 

Recordemos que estupidez es hacer el mal sin sacar nada a cambio. Esa conducción es estúpida pues ¿Qué gana el conductor? Alrededor de las ciudades la progresión de una tal persona solo consigue ir de atasco en atasco, sin ganar un segundo en su viaje. Dentro de las ciudades una conducción sincopada, con acelerones y frenazos solo consigue ir de semáforo en semáforo sin adelantar un metro más que aquellos que conducen sin grades aceleraciones.

 

¿Y en las carreteras? La fuerza del motor, cuando no hay aceleración, se emplea en superar el rozamiento del aire, y este es proporcional a la velocidad al cuadrado del vehículo. En un viaje de 30 km a 90 km/h se tardan 20 minutos, a 120 km/h se tardan 15 minutos, una diferencia nimia de 5 minutos. Pero la energía gastada, proporcional al cuadrado de la velocidad, es 1.78 veces mayor a 120 km/h que a 90 km/h.

 

Está claro, sin más análisis, que la conducción violenta, sincopada, la conducción a alta velocidad, y los atascos, no solo molestan estúpidamente, sino que aumentan la disipación de riqueza, para nada, y la contaminación hasta extremos absolutos.

 

Los atascos precisan una conducción suave, con mucho sitio entre vehículo y vehículo, pues buena parte del problema es la dificultad para maniobrar cuando los vehículos están apelmazados entre sí. Un esquema de cremallera en los atascos resolvería al menos la mitad de sus problemas, y esto no es responsabilidad de las administraciones, sino de los conductores, que, confundiendo la posición con su variación, la velocidad, generan ellos mismos los atascos al poner cada vehículo a un metro del que va delante.

 

Estamos fastidiándonos a nosotros mismos, perdiendo nuestro dinero, y nuestro tiempo, estamos destrozando el medio ambiente, generando contaminación, y cambio climático, esencialmente para nada, o en el mejor de los casos para ganar 5 minutos en un viaje.

 

Una conducción diferente, tranquila, suave, ahorra dinero para cada persona, directamente, e indirectamente a través de un ambiente mejorado, y frenando el cambio climático, que también nos va a costar, a todos, una barbaridad de riqueza.

 

 

 

El problema de ser ambientalmente-consciente

Hoy hemos cogido, en Madrid, uno de los coches eléctricos a compartir que hay por la ciudad. Y hemos tenido problemas considerables para llegar al lugar de destino.

 

Si queremos utilizar las bicicletas que el Ayuntamiento de Madrid pone a disposición de los madrileños, morimos de ahogo en el tráfico de Madrid, respirando los humos de coches diésel, autobuses y motos, éstas lanzando aceite por sus tubos de escape.

 

En casa separamos la basura en papel, vidrio y otros residuos. Y lo haremos con la orgánica en cuanto haya cubos de basura para ello. Pero los contenedores están, el 90% de los días, llenos a rebosar, con cartones y vidrios por los suelos, en unas calles más bien asquerosas.

 

Si queremos utilizar el transporte público, debemos calcular al menos el doble de tiempo, y doble de molestias que si usamos el coche privado: Por poner un ejemplo: Vivo en Madrid y trabajo en Alcalá de Henares. Con transporte público (andando, autobús, tren, autobús) tardo 2 horas (con suerte) para llegar al trabajo y 2 horas para volver. Con mi coche hibrido tardo 40 minutos. No puedo emplear 4 horas de mi vida solo para desplazarme al trabajo en transporte público.

 

Y sin embargo hay una línea directa de tren que me pondría en Alcalá en 35 minutos desde casa. La usa un servicio que se llama (o se llamaba) Civis. Pero solo funciona de vez en cuando. A las autoridades públicas (RENFE es una empresa pública) no les costaría nada que hubiere un tren directo desde la Estación de Chamartín a Alcalá y Guadalajara que tardase unos 15 minutos entre esas estaciones, con una periodicidad de media hora. Pero no lo hacen.

 

Los autobuses de la Comunidad de Madrid entre las distintas localidades, por ejemplo, de El Escorial a Alcalá de Henares, de Móstoles a Alcobendas, podrían ir directamente de un lugar a otro, pero tienen forzosamente que pasar por la ciudad de Madrid, en vez de utilizar las vías externas a la ciudad. Pero no lo pueden hacer, por una ley ridícula y obsoleta.

 

Me gustaría poner paneles fotovoltaicos en el techo de mi vivienda, pero lo tengo prohibido si quiero verter energía a la red, por una ley absurda.

 

Realmente mejorar el medio ambiente, eliminar la contaminación, frenar el cambio climático y hacer la vida de las personas mucho más agradable, es totalmente factible y barato. Es lo mismo que mejorar la acústica de los lugares públicos (incluidos los bares españoles) y de las viviendas. Y no cuesta casi nada.

 

Lo de “costar” es algo muy relativo. Se pueden gastar miles de millones en cosas absurdas o que no rinden beneficios, pero gastar dinero en cosas racionales y razonables es mucho más difícil. Se hacen infinidad de viajes en avión (contaminando y lanzando CO2) para unas reuniones que se pueden hacer mucho mejor y casi gratis por video-conferencia. Y que, en general, no resuelven casi nada.

 

Se puede montar otro esquema vital, y este otro esquema implica nuevos trabajos, y muchos más. Sustituir el sistema de transporte por otro eléctrico, el esquema de obtención de energía por uno solar, elimina el dinero que sale del país hacia los productores de petróleo, gas y carbón, y generará, cuando se ponga en marcha, millones de puestos de trabajo: Cada instalación solar precisa de al menos 3 personas. Si necesitamos instalar y mantener unos millones de estas instalaciones tenemos trabajo para unos 3 millones de personas, trabajo limpio, de alta calidad y bien remunerado.

 

El transporte de mercancías por tubos neumáticos entre las grandes ciudades eliminaría la contaminación de los camiones, y el manejo del flujo de contenedores daría un trabajo de mucha mayor calidad a los millones de camioneros que ahora se juegan la vida en las carreteras y viven lejos de sus familias.

 

Y así con todo.

 

Cada revolución industrial ha mejorado radicalmente la vida de los ciudadanos.

 

No se entiende la resistencia numantina (Numancia desapareció de la faz de la Tierra) a aceptar estos cambios tecnológicos.

La tragedia del nacional-populismo

Acabo de leer un artículo en The Economist sobre el nacionalismo que está aquí para quedarse. Y leí hace unos días un libro de Eric Hoffner “The true believer”. Ambos explican el renacimiento del nacionalismo, y de la fé, por la capacidad de comunicación que proveen los imperios, en la época de Roma, gracias a las facilidades para la comunicación, inexistentes en épocas anteriores a Augusto, y hoy, en las redes sociales.

 

Las personas descontentas de sí mismas, las personas con escasa capacidad para entender o regular sus vidas, las personas dejadas un poco de lado por la sociedad (y ¿cómo no van a ser dejados de lado aquellos que no tienen opiniones razonables sobre la misma?) responden con pasión a quienes les acogen en sus redes.

 

Una persona con ideas estúpidas (recordemos que estupidez es hacer el mal sin obtener nada positivo a cambio) se siente cómoda en el seno de una tribu de otras personas que valoran esas ideas, hasta el punto de que es capaz de llegar a sacrificarse por la tribu.

 

Las ideas-pegamento que mantienen unidas a esas tribus son tanto más potentes cuanto más absurdos son, puesto que nadie con capacidad para razonar se suma a las mismas.

 

En las obras citadas arriba se dice que los nacional-populistas miran constantemente hacia atrás, queriendo recrear una gloria pasada que los seguidores crean en sus mentes. En nuestro país los catalanes han construido una imagen sin el menor viso de realidad, de una etapa pasada de grandeza que el presente les ha arrebatado. Los americanos engañados por Trump asumen que tienen que hacer a los EEUU “grandes de nuevo” cuando nunca han sido más grandes que ahora. Los ingleses que quieren un “brexit” imaginan que en la Inglaterra del pasado había más gloria que en la actual.

 

La realidad es que Cataluña siempre ha sido lo que es hoy: Una metrópolis, Barcelona, de comerciantes, sometidos a las crecidas y sequías de las finanzas, con un hinterland campesino que quiere participar en los beneficios del comercio sin compartir sus riesgos: Una dicotomía que lleva a la paranoia.

 

La Inglaterra de la “Gloria” era la de las viviendas sin baños ni calefacciones, sin educación y con la “Navy” capturando personas por las calles para hacerlos marineros forzados. La Inglaterra que hizo su dinero vendiendo opio a los chinos como capos colombianos, pero estatales.

 

Los “nacional-populismos” solo desaparecen con derrotas radicales como la del 1945 de la Alemania nazi, porque sus seguidores no viven, intelectualmente, en el presente, en la realidad de las cosas, sino que su vida discurre en las nubes de lo virtual, y en lo virtual, como en las películas de Matrix, hasta la resurrección es posible.

¿Dónde acaba el “nacional-populismo”? Por lo general, en una situación mucho más pobre de la que surgió, porque la idea de montar una tribu basada en las glorias interiores es el abandono del esfuerzo individual por mejorar la situación de cada uno y aceptar los cuentos de aquella. Y a veces la evolución es la guerra para “demostrar” la grandeza del nuevo o antiguo conjunto de personas. Y las guerras nunca producen más que muertos y miseria.

 

El lujo de anular la “grandeza” de unos frente a los demás lo hemos visto durante 67 años en Europa, 67 años sin guerras y compartiendo y aumentando recursos. Una de las locuras del nacionalismo excluyente es pensar que el territorio propio, y la falta de inmigración incrementa la riqueza, cuando esta es esencialmente el flujo de recursos e ideas de unos a otros.

 

La tragedia del “nacional-populismo” es la substitución de la riqueza real por una irrealidad virtual. Es la diferencia entre Numancia e Itálica: Los unos, desaparecidos de la faz de la Tierra, los otros senadores, filósofos y emperadores de Roma.

 

¿Se puede vivir con el “nacional-populismo”?

 

La única alternativa es la educación y el ridículo. Educación a los jóvenes para que duden de las imaginaciones, ridículo a los iluminados.

 

Si se quiere, se puede conseguir que desaparezca.

La flecha del tiempo

Ayer publicaba ABC un comentario a un artículo publicado a su vez en arXiv. En este último los científicos que lo firman mantienen que, en un experimento con spines, el calor fluye del cuerpo frío al cuerpo caliente, durante 1 milisegundo.

 

De aquí, el comentarista de ABC deduce que es posible que el tiempo fluya hacia atrás.

 

Pero si se lee el artículo de arXiv:1711.03323vl, se distinguen varias cosas: La primera, que el sistema en estudio es un sistema abierto, es decir, que intercambia energía con elementos externos al sistema. En este caso, los acondicionadores de aire modernos enfrían el aire frío de la ciudad en invierno para calentar el aire dentro de una habitación: Extraen energía del aire frío para traspasarla al aire caliente. Nada nuevo pues en el experimento mencionado en el ABC.

 

Lo segundo que se observa en el artículo de arXiv es que el paso de energía del sistema de menos energía al de más energía ocurre durante 1 milisegundo y luego se invierte la dirección y el resultado final es que el sistema con más energía ha entregado parte de esta al que tenía menos energía originalmente. El sistema evoluciona en el tiempo hacia un estado en el que ambos subsistemas tienen la misma energía.

 

Lo tercero, es la prostitución de las palabras. La temperatura es un concepto esencialmente estadístico. Es imposible definir la temperatura de una partícula aislada. De la misma manera, el calor es un flujo de energía a través de las paredes de un sistema cuanto en el flujo intervienen muchas partículas.

 

El experimento de arXiv está realizado con 2 q-bits, los spines de los electrones de dos átomos de un compuesto de Carbono, Hidrógeno y Cloro: CHCl3. No es posible hablar de la temperatura de esos electrones con spines orientados de manera que cada uno de ellos tenga una energía diferente a la del otro.

 

Y lo que es peor, en ningún lado del experimento se ve, de ninguna manera, qué tiene que ver con el tiempo el flujo de energía de un electrón con menor energía a otro con mayor energía solo durante 1 milisegundo, para invertirse el flujo tras ese milisegundo.

 

El tiempo ha estado avanzando mientras se realizaba el experimento, y en ningún momento el sistema ha vuelto a su situación original.

 

El tiempo es algo que compete a todo el sistema conjunto en el cual se realiza el experimento. Si no fuese así, el camino de un coche en una rotonda tras una vuelta de 360º sería una inversión del tiempo.

 

Solo si un sistema, sea este una partícula, o un conjunto de trillones de partículas, volviese espontáneamente, sin acción exterior, a su situación original, podríamos hablar de viaje hacia atrás en el tiempo.

 

El argumento de que las ecuaciones de la mecánica son reversibles en el tiempo, es engañoso. La ecuación para dos partículas que interaccionan entre sí, aisladas de cualquier interacción con otras partículas es invariante bajo un cambio de signo de la coordenada tiempo. Pero esto es la ecuación. ¿Cómo se invierte esa coordenada? Adicionalmente el tiempo carece de definición cuando el Universo es exclusivamente el conjunto de esas dos partículas.

 

Además, la invariancia de las ecuaciones bajo el cambio de signo de la variable tiempo es falsa cuando hay tres partículas de masas o cargas similares en interacción no lineal, es decir, gravitatoria o eléctrica. En este caso aparecen fluctuaciones en el movimiento que no pueden reproducirse, matemáticamente, en las ecuaciones con la variable tiempo invertida. Y evidentemente, no lo pueden hacer en la realidad. Si hay cuatro o más partículas de masas o cargas similares en interacción no lineal, ni siquiera sabemos cual es la solución de esas ecuaciones, de manera que ni siquiera podemos saber si es posible hablar de invariancia temporal. Y el tiempo solo empieza a tener algún sentido, alguna definición, con cuatro o más cuerpos formando un Universo.

 

 

Estos problemas son todos de lingüística. Yo puedo decir que temperatura es el color de la cara de mi vecino: Roja en verano, pálida en invierno, pero eso no es la definición de temperatura. El lenguaje común puede funcionar, mal, pero funcionar, con términos lingüísticos sin definición precisa, pero la ciencia necesita la precisión casi absoluta en su lenguaje.

 

En ciencia no sirve la afirmación de Humpty-Dumpty de que las palabras significan en cada momento lo que este personaje de Alicia en el País de las Maravillas quiere que signifiquen.

 

Esto es la posverdad que está empezando a destruir la ciencia, y a volvernos al dogma, a la estafa aceptada por el estafado.

Posverdad en la sociedad y en la ciencia

La posverdad es la utilización abierta y explícita de la mentira, sabiendo que lo es el que la emite y el que la recibe: Es vivir en un mundo de cuento sin el menor pudor.

 

¿Cómo se ha llegado a esta situación?

 

En otras etapas de la historia las personas trataban de vivir en un mundo real, y se sentían bastante mal si eran engañadas. Hoy parece que los que experimentan el engaño lo aceptan con gusto, quizás porque así ellos también se ven legitimados para engañar a su vez.

 

Posverdad han sido las campañas de Trump, del Brexit, de los independentistas catalanes. A estos los tenemos más cerca. Que personas como Trump, o los jefes políticos en Cataluña quieran engañar, es esperable: Tienen mucho que ganar personalmente. Que los que les votan acepten ser engañados, es menos inteligible. Los mineros del carbón, en los Apalaches, pueden pensar que Trump les va ayudar, aunque realmente saben que no lo va a hacer, pero en vez de atarse los machos y buscarse otros empleos, prefieren soñar y aceptar el engaño: Al menos es menos trabajoso.

 

De la misma manera, los votantes independentistas pueden tener sentimientos de orgullo (hybris, más bien) y dejarse engañar pensando que fueron los catalanes los que descubrieron América, pero eso no les ayuda a mejorar su situación vital.

 

Esto que ocurre en la sociedad, por desgracia está empezando a ocurrir en la ciencia. Publicar se ha convertido en imperativo para sobrevivir en las universidades e institutos de investigación. Pero publicar ¿qué? Cualquier descubrimiento científico exige plantear hipótesis, derivar resultados y validar o falsar esos resultados mediante los experimentos o las observaciones. Esto es un proceso largo, pero la competición para publicar no espera, de forma que con cada vez mayor frecuencia se publica sin haber validado las afirmaciones.

 

Si los trabajos son puras matemáticas, si la derivación de los resultados a partir de las hipótesis no tiene fallos, pueden aceptarse aquellos sin validar las hipótesis. Pero esto no es así en las ciencias experimentales. Yo puedo probar que las personas son capaces de volar batiendo los brazos, si parto de las hipótesis necesarias para ello. Pero esa prueba teórica no tiene el menor sentido si nadie consigue levantar el vuelo.

 

Hoy se encuentran en las revistas de física toda clase de artículos que utilizan hipótesis no verificadas e inverificables. Pero las deducciones matemáticas a partir de esas hipótesis se aceptan si no hay fallos en la deducción. ¿Por qué las aceptan los editores de las revistas científicas? Aceptan el engaño porque ellos también están en ese juego de virtualidades. Sencillamente, lo más probable es que el nuevo autor haya seguido una línea virtual abierta por el editor correspondiente, de manera la posverdad se propaga.

 

¿Es bueno, malo, es indiferente el avance del sistema de la posverdad, es decir, de la mentira aceptada como tal?

 

Es malo para la sociedad y es terrible para la ciencia. El único avance real del ser humano en sus 100.000 años de existencia ha sido la ciencia, que es la que permitía progresar. Hoy se rechaza en ciertos círculos la idea del progreso. Pero el no-progreso es la vida de las hormigas: 300 millones de años haciendo exactamente lo mismo sin objetivo alguno: Son esencialmente máquinas reproductoras. ¿es rechazable el progreso si una mayoría de la sociedad vive en condiciones de miseria? Progreso significa que 400 millones de personas hayan salido en las 3 últimas décadas de China de la miseria hacia la clase media.

 

Tan malo no es, el progreso.

 

Pero la mentira, el engaño y el dogma son, casi por definición, estrictamente conservadores, esencialmente anti-progreso.

 

Nosotros veremos qué es lo que queremos.

Los negacionistas del Cambio Climático

Antonio Ruiz de Elvira

Catedrático de Física Aplicada

Universidad de Alcalá

 

Voy a responder, una por una, una serie de afirmaciones publicadas por un tal Fernando del Pino Calvo-Sotelo, cuyas credenciales para hablar del Cambio Climático (CC) son su profesión de inversor financiero. (http://www.fpcs.es)

 

La madre de todas las falacias del ecologismo actual, y de lejos la más peligrosa, es el llamado cambio climático

 

Esto es una afirmación gratuita escrita en la publicación que se cita. Solo se basa en unos escritos de un científico llamado Kiminori Itoh. Esta persona centra su rechazo al cambio climático en un argumento radicalmente falso: Que el resto de los científicos afirmamos que éste es consecuencia, únicamente, del aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera.

 

De hecho, los razonamientos y modelos científicos del CC se basan en una serie muy amplia de causas. Se ponderan todas y se utilizan todas ellas en los modelos de CC y el resultado es siempre una subida de la Temperatura Media Global (TMG) y otros muchos cambios en la circulación de atmósfera y del océano. Estos cambios son los que realmente representan el CC.

 

Las premisas pseudocientíficas de la ideología del cambio climático son cuatro: el planeta está en máximos históricos de temperatura, la temperatura está exclusivamente determinada por el CO2 producido por la actividad humana, las consecuencias del aumento de temperatura serán catastróficas, y existe un amplio “consenso” científico al respecto. Las cuatro son falsas.

 

El Sr. del Pino patina como en una pista de hielo. Ninguna de esas “premisas” se utiliza en el análisis del CC. No puedo saber de donde las ha sacado.

 

Ningún científico dice que el planeta esté en máximos históricos de temperatura. Este Sr. del Pino podría leer mi libro: “Quemando el Futuro: Clima y Cambio Climático” y buscar en él la secuencia geológica de temperaturas. De hecho, estamos en una de las etapas más frías de la historia del planeta.

 

Ningún científico afirma que la TMG esté determinada exclusivamente por el CO2 (podía decir: por la concentración de CO2) en la atmósfera. Todos los científicos utilizamos otras muchísimas causas para tratar de entender la evolución de la temperatura del planeta.

 

Ningún científico mantiene que las consecuencias serán catastróficas en el sentido de la desaparición de la raza humana, pero sí que tendremos problemas graves para mantener el estilo de derroche de la vida que llevamos en la actualidad.

 

Y el consenso entre los científicos sobre el CC alcanza a un 99.999…% de los mismos.

 

En el último millón de años de historia climática del planeta Tierra se han alternado glaciaciones y períodos interglaciares con temperaturas mucho más cálidas (como en el que ahora, afortunadamente, nos encontramos). …..

 

Los científicos conocemos perfectamente (y quizás mejor que el Sr. del Pino) la secuencia de glaciaciones, las etapas cálidas y frías de los últimos mil años, y otras muchísimas cosas (quizás debería leer mi libro). La TMG del planeta ha estado aumentando desde 1880 hasta hoy, con altibajos, como hacen todas las variables de los sistemas complejos, como por ejemplo la riqueza y bienestar humano. ¿O debemos decir que la riqueza humana no aumenta porque ha habido recesiones económicas en los años ‘30 del siglo XX y la más reciente de las hipotecas basura?

 

Primera pregunta: si el clima ha estado variando constantemente desde el albor de los tiempos, ¿cómo va a ser la industrialización la responsable de las variaciones climáticas? Si desde hace millones de años y hasta mediados del s. XX el clima cambiaba por causas naturales, ¿cómo puede ser que ahora, cambie, mágicamente, por la actividad humana?

 

Estas dos preguntas revelan, no un desconocimiento de la ciencia, sino un defecto en la forma de pensar, en la capacidad de razonar. La industrialización añade una causa más a las causas naturales para el presente cambio climático, uno más, pero mucho más rápido que los anteriores. Y ahora cambia, además de por causas naturales, por la causa de la emisión constante de gases poliatómicos que retienen la radiación infrarroja.

 

El CO2 o dióxido de carbono, escandalosamente estigmatizado por la propaganda ecologista como “contaminante”, ….

 

Nadie dice que el CO2 sea un contaminante. Si decimos que el aumento de su concentración en la atmósfera genera problemas para la civilización.

 

Para más inri, los datos paleo-climatológicos indican que, históricamente, el CO2 ha aumentado unos 800 años después del aumento de temperaturas, lo que significaría, en caso de que la correlación implicara causalidad, …

 

En algunos de los CC naturales anteriores la bajada del nivel del mar ha liberado metano de los taludes continentales. El aumento de la concentración de este gas ha calentado el océano que ha burbujeado CO2 como lo burbujea una gaseosa cuando se calienta. El metano dura unos 3 años en la atmósfera, es un disparador, pero el CO2 dura unos 120 años y es el que finalmente mantiene una temperatura u otra.

 

El vapor de agua es el gas básico para mantener la TMG del planeta, pero la concentración de vapor de agua es constante: Si hay más, llueve más, sencillamente. Lo que controla el cambio son los gases poliatómicos.

 

En los análisis climáticos hechos desde la ciencia se tienen en cuenta, evidentemente, la actividad solar, la circulación oceánica y las nubes, y otros muchos factores que el autor de post no menciona.

 

Pasamos ahora a las consideraciones sociales que menciona el autor del post. ¿Qué puede tener que ver un aumento del poder político con el CC?

 

El empobrecimiento que menciona y que no se detecta en la sociedad global, derivaría de la creciente escasez de petróleo y gas natural. La riqueza es, esencialmente, energía. Lo que se propone para frenar el CC es capturar cada vez más energía solar hasta que ésta supere globalmente la cantidad de energía solar fósil. Que la sociedad tenga más energía la hace más rica, no más pobre.

 

Y el autor del post no explica que tiene que ver el CC con la libertad. Acerca de la libertad, se habla mucho de ella, como de la democracia, sin especificar de qué se habla. ¿A que libertad se refiere el autor del post? Se puede pedir libertad de algunos para matar a otros, libertad de los ricos para esclavizar a los pobres, y otras de este estilo. El autor del post no aclara que quiere decir.

 

Yo, que vivo dentro de la comunidad científica, jamás he sentido ni visto campaña alguna de “intimidación”. Todo el que quiere publicar sus ideas, lo hace. Si están bien argumentadas, lo hace en revistas de amplia circulación. Los mil artículos que menciona acerca de que la subida actual de la TMG es natural son parte del debate científico. Si se prueba que lo que escriben es cierto, se aceptarán, pero su mera publicación no es suficiente para rechazar la evidencia.

 

En efecto, la verdadera amenaza no es ningún cataclismo futuro, sino una peligrosa ideología totalitaria que, embozada tras sus supersticiones pseudocientíficas, ya está adoctrinando a los niños con los libros escolares y a los adultos con el constante martilleo de la propaganda mediática. No se dejen embaucar.

 

¿Qué puede tener que ver la realidad del cambio climático con “una ideología totalitaria”? De hecho, los países realmente totalitarios, Rusia (de nuevo), Venezuela, Cuba, etc. rechazan la realidad del CC y promueven el uso de los combustibles fósiles.

 

Aceptar lo que vemos con nuestros ojos, y apoyar el cambio hacia una economía solar está generando ya un nuevo crecimiento económico puesto que, en último análisis, la riqueza no es más que la disponibilidad de energía, y cuanta más podamos capturar de una fuente inagotable a escala humana, mejor.

¿Por qué no nos sirve “el anticiclón de las Azores”?

Llevamos una etapa muy larga de sequía. Llueve un día, dos días, y luego, semanas de “buen tiempo”.

Entrepeñas, cabecera del Tajo y fuente de agua para el trasvase al Segura.

La razón, se dice, el “anticiclón de Azores”, “hay un anticiclón sobre España”, …

Pero ¿Por qué se sitúan los anticiclones donde lo hacen, y por qué este año (y los 5 anteriores) tenemos anticiclones en Otoño, extendiéndose hasta Diciembre?

Anticiclones y borrascas no son más que las expresiones lingüísticas de la circulación atmosférica. Esta circulación se produce en primer lugar por la convección del aire recalentado al contacto con el agua caliente de los océanos en el ecuador. El aire sube y se desplaza al subir hacia ambos Polos, dependiendo del hemisferio donde se realice la subida. Conserva la velocidad hacia el Este del ecuador que es mayor que esa misma velocidad en latitudes mayores. Así, en su ascenso el aire se desplaza hacia el Este y se forman las corrientes de aire de Oeste a Este en altura desde las líneas de los trópicos a los Polos.

 

Ese viento se dispone en celdas latitudinales y se acelera debido a la diferencia de temperaturas entre el Ecuador y ambos Polos, como se acelera en aire en las habitaciones sobre los radiadores. La máxima aceleración se produce en el punto latitudinal de máximo gradiente de temperatura entre el Ecuador y cada Polo.

 

El gradiente es intenso cuando el Polo (nos centramos en el Polo Norte, que es el que tiene influencia sobre España) esta muy frío, y es más débil cuando el Polo está a mayor temperatura. Hace 50 años, estas situaciones se producían en invierno y verano, y consecuentemente los vientos circulaban, en altura, con fuerza y sin meandros en invierno, y más lentos y con meandros no muy grandes en verano.

 

Hoy el Polo Norte está muy caliente (relativamente a su posición latitudinal):

 

y por tanto la diferencia de temperaturas entre ecuador y Polo no es grande, teniendo en cuenta, además, que el Sol se encuentra casi en el Trópico de Capricornio, en el Hemisferio Sur.

Los meandros de este Diciembre corresponden a los de los veranos de la mitad del siglo XX. (Entonces también había sequías ¿cómo no? (la “pertinaz sequía” de 1944), pero no se utilizaba hasta la última gota de agua para regar los campos). No son la circulación tendida de los inviernos de hace, digamos, 10 años.

 

La situación es irreversible en la escala de generaciones humanas, pues una vez eliminado el hielo, la tundra libera metano en cantidades crecientes, y el suelo al norte del Círculo Polar Ártico no se enfría en invierno, pues el hielo es un aislante perfecto, y una vez vuelve la primavera, el deshielo avanza hacia el norte. Al ocurrir esto, la Tierra absorbe toda la radiación que el hielo reflejaba, y se calienta cada vez más, en un ciclo con realimentación positiva.

 

Los anticiclones y las borrascas se ponen donde los encontramos, no por casualidad, sino por la termodinámica de atmósfera y océanos. Y esta termodinámica es, como en las casas, la relación entre la cantidad de calor que entra en el planeta y la que sale, y esta última depende de los aislantes en las paredes y ventanas, lo que para el planeta es la atmósfera que lo separa del espacio exterior.

 

O como el calor o el frío que tenemos dentro de una cama en una habitación en invierno, sin calefacción. Más mantas, más temperatura dentro de la cama, menos mantas, más frío. Así de sencillo

Energía. ¿Cuál es el problema?

En el último año una serie de políticos alrededor del mundo, sobre todo el Sr. Trump, en los EEUU han estado insistiendo en la conveniencia económica de seguir utilizando el carbón como combustible fósil, como fuente de energía.

 

Seguir quemando carbón es malo para el clima, es malo para la salud de las personas y es malo al destrozar muchos paisajes, tanto en las minas como en las centrales que lo queman. Y es innecesario.

 

El argumento que dan estas personas es que seguir quemando carbón mantiene la riqueza de los países, y mantiene la ocupación de mucha gente.

 

Estos argumentos necesitan ser debatidos. Es lo mismo que cuando en ciertas partes de España se habla de la “libertad”. ¿Qué es la libertad? ¿Puede haber libertad para matar, para conducir por el carril contrario de los demás, para coger lo que los demás poseen?

 

O la “democracia”. Si todo un pueblo quiere invadir a su vecino, ¿Es eso democracia? Si el 90% un pueblo quiere quitar su riqueza al 10% restante ¿Es eso democracia?

 

Las palabras “libertad” y “democracia” sin más no significan nada. Exactamente lo mismo ocurre con la riqueza. Si una persona habla de la “riqueza”, ¿de que riqueza habla? ¿De la riqueza de los que sacan el carbón de las minas, de los que lo queman en las centrales, o de la riqueza de los ciudadanos de un país?

 

Lo mismo con el petróleo. ¿Quién disfruta de la riqueza del petróleo? Los dueños de los pozos, de las refinerías, los que venden combustibles, el Estado que cobra impuestos especiales sobre gasolina y gasóleo, y nadie más.

 

Buena parte de la teoría económica, de hecho, casi el 99%, asume que la riqueza “existe”. De donde sale, no es de interés para los que exponen y utilizan esa teoría.

 

Pero si es de interés para el resto de las personas del mundo. Si hay riqueza se podrá repartir, bien o mal, pero se podrá repartir. Si lo que hay es pobreza, no se puede repartir nada.

 

Interesa, pues, saber que es la riqueza y de donde sale.

 

Y la riqueza es, exclusivamente, la disponibilidad de energía. El ser humano, los animales y las plantas, hasta los hongos, que están entre medias de estos últimos, casi lo único que hacen es buscar la riqueza.

 

En la etapa cazadora recolectora del ser humano, la búsqueda de energía y su disfrute ocupaban el 100% de su actividad. La energía estaba generalmente disponible, salvo etapas recurrentes de escasez: Era el alimento, que no es otra cosa que el medio de introducir energía en el cuerpo humano.

 

Durante las etapas recurrentes de escasez, desaparecía una parte de la población humana. Fue esta circunstancia lo que llevó, cuando terminó la última glaciación, a unos grupos humanos a aceptar perder algo de su capacidad de movimiento y su independencia, no de la naturaleza, sino de otros seres humanos, para garantizar la riqueza que proporcionaban las plantas al capturar la energía del sol, y aumentar la población.

 

El aumento de la energía disponible hizo que existiese un surplus de la misma, que podía repartirse o concentrarse, ese surplus, en pocas manos. Para mantener el esquema agrícola basado en los riegos del suelo se precisaba una pequeña estructura jerárquica, que se hizo excesivamente amplia y en gran medida parasítica al conseguir concentrar todo el surplus de energía en muy pocas manos.

 

Es imprescindible señalar que cuando hablo de “energía” estoy refiriéndome a la energía que proporcionan los granos de cereal, de azúcar, los animales alimentados con pienso.

 

Si una persona controla la distribución de esa energía, se considera como rico o muy rico. Puede incluso comisionar equipos de personas para que extraigan minerales escasos sin que esas personas tengan que cultivar la tierra. Ese “rico” acumula la energía del sol almacenada en los cereales, y los metales (oro y plata, piedras preciosas) extraídos por esos equipos.

 

Saltando a la actualidad, el control de la energía supone en gran medida el control de la riqueza. Si queda alguna duda, antes del fracking, los EEUU se consideraban no tan ricos como en los años de abundancia de petróleo: Hoy expresan una y otra vez que con el fracking ha vuelto la riqueza al país.

 

Pues bien: La riqueza, es decir la energía solar fósil, almacenada en forma de carbón, petróleo y gas metano es limitada. El fracking en los EEUU terminará en no más de 20 años. El petróleo, salvo en Arabia y en Venezuela, se encuentra cada vez más profundo y es más difícil de extraer: Es der, su cociente entre la energía extraída o recuperada (ER) y la energía invertida (EI) para extraerla, ERoEI, es cada vez menor.

 

Hay una energía disponible en cantidades casi ilimitadas a escala humana: La energía solar directa. En la etapa de la primera revolución energética, la agrícola, hace unos 8.000 años, el rendimiento de las plantas en la extracción de energía tenía un ERoEI de alrededor de 1.50. Hoy la energía solar actual tiene ERoEIs entre 10 y 20, y sobre todo, es inagotable.

 

Parafraseando a Adam Smith, la Riqueza de las Naciones es, esencialmente, la cantidad de energía de que disponen.

 

Toda la energía que usa España en un año, alrededor de un billón (español, un millón de millones) de kwh, se puede obtener con 10.000 km2 de suelo dedicados a la energía solar (y una derivada de ella que son los aerogeneradores). La superficie de España es de 500.000 km2. 10.000 km2 representa solo un 2% de esa superficie, y pueden elegirse, para la captura de energía solar, aquellos terrenos infértiles que no sirven para otra cosa.

 

Si en vez de 10.000 km2, España utilizase 20.000 km2 (un 4% de su superficie, estéril) seríamos unas tres veces más ricos, todos, de lo que somos ahora, pues ahora casi toda la energía que utilizamos se la pagamos a otros.

Hay que ser tonto del todo para rechazar esta verdad tan elemental, y querer mantener una energía escasa, agotable y contaminante.

 

¿Nos debe importar el cambio climático?

Es claro que hay cambio climático. Basta con entrar en esta página WEB:

 

http://nsidc.org/arcticseaicenews/

 

y seguir la pista al hielo del Ártico. Es la segunda vez en 37 años que la extensión del hielo es tan pequeña en noviembre.

 

El clima en España depende del “Chorro” polar, una corriente de aire que circula a 11 km de altitud, de Oeste a Este. La existencia y posición de esta corriente deriva del gradiente latitudinal de temperaturas, la diferencia de las mismas entre el Ecuador y el Polo Norte.

 

La situación de verano en España: grandes calores y sequía deriva de que el chorro polar, en verano, se desplaza hacia el norte, al estar calientes las regiones árticas.

 

Pues bien, ahora, en estos últimos años, el Polo Norte no se enfría lo que era habitual hasta el año 2000 hasta que se acerca el solsticio de Invierno (15 de diciembre), y se mantiene relativamente caliente durante todo el invierno.

 

Si el Chorro no arrastra el aire húmedo del atlántico central hacia España y sobre ésta no hay aire suficientemente frío, no llueve.

 

La situación de verano es de un Polo caliente: El gradiente de temperatura entre el Ecuador y ese Polo es suave.

 

Hoy esta situación se da tanto en otoño como en primavera, y solo tras el solsticio de Invierno se enfría algo ese Ártico y desciende hacia el sur el Chorro polar.

 

El clima ha cambiado ya de sus características del siglo XX a las del siglo XXI: Lluvias concentradas en 4 meses en vez de extendidas a 7, precipitaciones torrenciales en vez de suaves, fuertes escorrentías en vez de permear hacia los acuíferos.

 

Esto produce escasez de agua para el riego, y llega a producir escasez de agua para el hogar y para, simplemente, beber.

 

Al mismo tiempo, unas temperaturas más altas provocan mayor evapotranspiración de las plantas y daños para éstas.

 

Los glaciares de las montañas están deslizándose hacia los valles y solo quedan como hielo en zonas muy altas. En la Antártida y Groenlandia los glaciares, sobre suelos calientes en las costas por el agua del mar, se van deslizando hacia el océano, produciendo la subida dl nivel del mar.

 

Una subida de este nivel de medio metro, añadida a las mareas y las olas supone la entrada del agua unos cinco kilómetros tierra adentro.

 

Podremos seguir viviendo, pero no, claro está, de la misma manera que lo hacemos hoy.

 

Adicionalmente un consumo creciente de petróleo y gas, además de acelerar el cambio climático, acelera su agotamiento, lo que implica un cambio adicional en la vida de las sociedades.

 

Debemos, simplemente por precaución, frenar el calentamiento del Planeta.

 

Hay quien todavía duda, o rechaza de plano, que es la acción humana la que está produciendo el cambio climático actual. Y no solo son personas sin conocimiento, sino incluso físicos y meteorólogos de valía.

 

Pero no hay la menor duda. Toda la evidencia científica, desde la geología, la arqueología climática, la historia, la química, la termodinámica, la mecánica de fluidos, nos dicen que el cambio climático actual deriva de la emisión salvaje de CO2 (y metano) a la atmósfera desde 1800.

 

Adicionalmente, la extracción en 200 años de la energía solar capturada durante 20 millones de años por las plantas (carbón y gas) y los animalillos (petróleo) del Carbonífero, ha generado un sistema económico que no puede seguir cuando se acaben estos combustibles fósiles.

 

¿Podemos hacer la transición hacia un nuevo sistema económico sin revoluciones violentas? Es dudoso, pero posible. Los populismos son siempre preludios de cambios, pues ocurren cuando la sociedad se da cuenta, implícitamente, de que su entorno vital ha cambiado, pero sus miembros, las personas, explícitamente no quieren cambiar, aumenta su miedo a lo ignoto y se aferran a lo que ya conocen: Quieren explícitamente mantener su forma de vida, aunque saben, implícitamente, que no pueden hacerlo. Hay una tensión brutal en la sociedad que ha generado, a lo largo de la historia, conflictos que en el caso de Europa en el siglo XX llevaron a decenas de millones de muertos.

 

Hoy tenemos la ventaja, escasa, pero la ventaja de que conocemos el proceso, sus orígenes y desarrollo, y quizás pudiésemos reconducirlo, aunque las fuerzas de un lado son muchas mientras que las fuerzas de la razón y el conocimiento, son escasas.

 

No tenemos mucho tiempo, pero, aunque corto, lo tenemos.

 

La única forma es la comunicación constante de la realidad, y sus soluciones, pero en un lenguaje asimilable por la masa de la población.

 

¿Es posible convencer a alguien de alguna cosa? Este será el tema de otro post.

 

 

 

¿Es incomprensible la teoría económica?

Estoy leyendo un libro sobre sistemas complejos, “The Science of Complex Systems in Business, Life and Society”, de John H. Miller, del prestigioso Instituto de Santa Fe, en Nuevo México. Uno de los primeros capítulos lo dedica a las finanzas.

 

Confieso que entiendo poco de éstas, y teniendo en cuenta que entiendo algo de muchas cosas, me pregunto por qué de esta dificultad mía. Y reflexionando pienso que el problema es que cuando leo de ellas me faltan definiciones y realidades.

 

En ese libro se habla de “vendedores” que obtienen beneficios, y de “compradores” que también lo hacen y que en el “equilibrio competitivo” todos acaban obteniendo un beneficio neto.

 

Y aquí me paro. ¿De donde sale ese beneficio neto? No hay explicación. ¿Qué es ese beneficio neto? No hay explicación.

 

Esos vendedores y compradores viven en un universo extraño. Solo existen ellos, pero sin embargo obtienen beneficios. ¿De la nada? Porque los beneficios son la diferencia entre lo que cuesta producir algo que se va a vender y lo que se obtiene de la venta, y en ese ejemplo no hay la menor indicación de lo que ha costado producir lo que se ha vendido.

 

El problema es más grave. En el mundo real, es muy posible que el “comprador” haya sido parte del coste del “vendedor”. Y que probablemente el vendedor haya pagado al comprador parte del dinero que este va a devolver comprando lo que el vendedor vende. De hecho, es así, puesto que la economía no funciona en el vacío. La economía, que se dice ahora “global” ha sido siempre global, pues ni ganancias ni beneficios salen de la nada, sino que son parte de un flujo casi cerrado, solo abierto en dos extremos: El origen de la riqueza y su disipación. El resto son ciclos, ruedas interconectadas que van rellenando el camino total entre esos dos extremos.

 

La única fuente de riqueza es la energía solar, que antes se sacaba exclusivamente de forma directa e inmediata del sol mediante la fotosíntesis de las plantas, y en los dos últimos siglos de la energía solar fósil almacenada en el carbón, el petróleo y el gas natural.

 

Y esa riqueza acaba disipándose, directamente, cuando la quemamos en nuestro metabolismo, o en el de los coches, cuando la enterramos en un edificio que termina cayéndose, en ropas que acaban en la basura, en cerámicas y vidrios rotos, en fin, en la destrucción.

 

En esta economía global una persona, como Amancio Ortega, por ejemplo, puede hacerse muy rica, temporalmente. ¿Cuánto dura esa riqueza? Con suerte cuatro o cinco generaciones. La empresa más duradera que existe hoy es DuPont, y no tiene más de 200 años; y es la única. El resto crecen y desaparecen en pocas décadas. Sus “costes” son beneficios de otros, sus “beneficios”, costes para los demás y el resultado neto, sin inyección de energía desde fuera del sistema, desde el Sol, nulo, o más bien, negativo.

 

Es, pues, necesario cambiar el razonamiento. En los argumentos sobre equilibrios competitivos, sobre ganancias y pérdidas, sobre PIBs, etc. es preciso introducir la realidad, cuánta riqueza real se genera en cada intercambio comercial, financiero. Probablemente se vea que la generación es negativa, que lo que producen los intercambios son pérdidas de riqueza real.

 

Si es así, como así parece, necesitamos urgentemente otra teoría diferente de la que deriva de Adam Smith, que se limita a “lo que hay”, sin considerar de dónde viene y hacia dónde va.

 

Necesitamos, ya, tras doscientos años de estática, una dinámica de la riqueza, una mecánica de flujos y no un análisis de equilibrios.

 

Es tremendo que, incluso un muy buen científico, del Instituto Santa Fe, preocupado por los sistemas complejos y en 2015, siga pensando en estática tras 200 años de desarrollo de la disciplina.

 

Lo mismo ocurre en mi disciplina, en la física, o al menos en una parte de la misma. Estoy leyendo otro libro sobre el concepto de “tiempo” (del reloj, no atmosférico). Y no hay análisis coherentes del mismo. En la mayoría de los textos se introduce el tiempo como una variable de la teoría, sin especificar lo que pueda ser. Incluso hay un científico, William G. Unruh que afirma que de hecho la gravitación es el tiempo.
No está mal, pero sustituye una cosa por otra, para la cual no ofrece definición.

 

El tiempo exige dinámica, movimiento, flujo. El tiempo fluye, evidentemente, mientras que el espacio tiene un aspecto esencialmente estático. El tiempo exige cambio, en la posición de un objeto (y por tanto algún tipo de memoria) o en la concentración de alguna substancia química. Solo hay tiempo si hay secuencia, y si desaparece el cambio (una corriente eléctrica en un superconductor a temperatura de -272ºC, por ejemplo) desaparece el tiempo.

 

Es evidente que el tiempo depende de la masa de los objetos que se mueven, o de los objetos cerca de los cuales otros se mueven, puesto que el espacio cerca de las masas es distinto del espacio muy lejos de ellas, y por lo tanto también lo es el movimiento.

 

Pero no podemos sustituir las masas por el tiempo, pues la definición del mismo no tiene que ver con ellas.

 

Deriva todo esto de ignorar lo que significa una ecuación. Estas son iconos, expresiones gráficas que indican relaciones entre cosas distintas, y por lo tanto esos entes no pueden ser considerados como iguales. De hacerlo así, perdería la ecuación todo su significado.

 

La segunda ley de Newton (de la cual el resto de la física no es más que un comentario) dice que una fuerza, sobre un cuerpo, le produce una aceleración, y que el coeficiente que da la aceleración es una propiedad del cuerpo que denominamos “masa”. Pero la aceleración no es la fuerza, ni lo es la masa, y la fuerza no es la aceleración.

 

Si así fuera, la ley de Newton sería una tontería, una perogrullada, algo carente de interés. Su importancia se basa en que indica cómo responden los cuerpos a la presencia de otros, como es la interacción entre cuerpos, y la fuerza no es la masa por la aceleración, sino algo que produce aceleración en los cuerpos.

 

Una ecuación, en la física, indica la respuesta de un sistema ante la interacción con otro, y no una mera igualdad.

 

Es necesario ser inmensamente preciso en lo que se piensa, se escribe, se dice.

 

La alternativa es el error.