INCERTIDUMBRE

El ser humano ansía la certidumbre: “¿Me querrás siempre?”, “¿Me pagarás este trabajo?” …

Pero la realidad del mundo es incierta, y ningún esquema mental ni social puede eliminarla.  Aceptar ésta realidad nos da algo más preciado que cualquier certidumbre: La libertad.

Los calvinistas y puritanos, y otros muchos grupos religiosos y sociales, de todas las partes del mundo, asumían y asumen la predestinación: La falta total de libertad, pues, según sus doctrinas, no existe incertidumbre y todo está linealmente establecido por su dios o sus dioses.

Hay muchos físicos que aún asumen el determinismo, pues se fían de unas ecuaciones que predicen el futuro de un sistema físico con certeza a partir del conocimiento del presente.

Pero esto solo se cumple para algunos sistemas especiales, simples, sin interacción con otros, y cuyas ecuaciones son lineales, es decir, del tipo de 2+3 = 5. Si las ecuaciones son no lineales (del tipo

(2+3)^2= 25) y los sistemas interaccionan, aunque solo sean dos de ellos, entonces es imposible predecir las trayectorias, ya que los sistemas tienen componentes de aleatorieidad que los hacen inciertos.

Y esto es así para la inmensa mayoría de los sistemas naturales, aunque, claro, los humanos hemos construido máquinas razonablemente predecibles. Razonablemente, pues, por ejemplo, hace unos días no me arrancaba el coche: La máquina, pseudo-determinista, se convirtió en incierta.

El mejor ejemplo de un sistema físico tremendamente simple, que se mueve aleatoriamente, es la unión de dos reglas de longitudes distintas mediante un clavo que las permita oscilar una respecto a la otra:

https://www.youtube.com/watch?v=d0Z8wLLPNE0

Se suele decir en los textos de física al uso que, si pudiésemos fijar siempre las mismas condiciones iniciales, los dos péndulos describirían exactamente las mismas trayectorias altamente irregulares. Pero, ¿cómo puede un físico decir ésto? Todos los físicos saben que es imposible fijar una posición con precisión infinita, que el error es parte intrínseca de la naturaleza, pues esa posición inicial depende de los movimientos de un número del orden de cuadrillones de  interacciones atómicas altamente irregulares. Si la física no es un puro juego matemático, sino un esfuerzo por conocer la realidad de la naturaleza, no podemos decir “los movimientos

son deterministas, pues las ecuaciones así lo son”. Las ecuaciones podrán serlo, pero no lo son las soluciones de esas ecuaciones, que dependen de condiciones iniciales y condiciones de contorno variables.

La naturaleza es incierta a nivel físico, a nivel químico, a nivel biológico, y por lo tanto a nivel humano, y social.

A nivel atómico, no hay átomos aislados. Las interacciones lo son entre un número muy grande de ellos, y son interacciones eléctricas, y por lo tanto, no lineales. Los movimientos de los electrones en los átomos son, por tanto, no deterministas, dentro de las ligaduras correspondientes: De la misma manera que dentro del bombo de la lotería de navidad los movimientos de las bolas son no deterministas, pero están sometidos a la ligadura de moverse dentro de ese bombo, los electrones se mueven de manera no determinista, pero alrededor del núcleo de los átomos, y sus energías solo pueden tener ciertos valores discretos.

Desde las dimensiones más pequeñas a las mayores dimensiones que conocemos, la incertidumbre en los movimientos de los cuerpos es la realidad de la naturaleza.

Esto mismo ocurre en la biología: Cada duplicación genética introduce aleatorieidad. Las especies se mantienen, cambian, desaparecen, sin regla alguna conocida.

El mundo es incierto. Se puede tratar de reducir esa incertidumbre, pero no se puede eliminar.

Si esto esa así, lo mejor es reconocerlo.

Un ejemplo puede servir para ilustrar esta idea: En las carreteras se producen averías y accidentes de forma constante, pero aleatoria. Sin embargo, las carreteras no están diseñadas para esos casos. Una avería, un accidente colapsan el tráfico durante horas, porque no existen en esas carreteras arcenes amplios por donde puedan circular las grúas, las ambulancias, los bomberos, la guardia civil.

No se ha asumido la realidad de la incertidumbre a la hora de construirlas y el resultado es evidente: Un desastre para la eficiencia, para el gasto de energía, y para las emisiones de CO2.

Y así con todo. Los políticos podían decir, de manera honrada: “Haré todo lo posible para que las cosas vayan bien, para que vayan mejor, pero habrá problemas.  Lo intentaré, pero no puedo garantizar nada”. Y los votantes deben asumir esa realidad.

Si se reconoce la realidad de la incertidumbre, se puede aplicar de manera sistemática el principio de precaución, que consiste en tener preparadas las alternativas para cuando las cosas no funcionen como se espera que lo hagan: Por ejemplo, tener siempre las reservas económicas necesarias para afrontar sin demasiados problemas crisis como las de 2007-2010. Asumir que puede haber cambio climático, y tener preparadas las alternativas a las posibles sequías, subidas de temperatura, inundaciones y demás efectos del mismo.

Y, sobre todo, dar la bienvenida a esa realidad de la incertidumbre, pues permite la existencia siempre de muchas alternativas a cualquier situación: Nos da acceso a la libertad.

El problema de las dietas de adelgazar

Hay personas que se pasan la vida entera tratando de rebajar su peso.

Consideremos el siguiente hecho sencillo: 10 gramos diarios asimilados suponen 3.65 kilos mas de peso al año, 36.5 kilos de peso en 10 años, es decir, pasar de 60 a 96 kilos.

10 gramos diarios eliminados supondrían 36.5 kilos menos de peso en 10 años.

8 gramos es la cantidad de azúcar  de un sobre de la misma de la cafetería. Toda la energía que necesitamos cada día la podemos obtener de 700 gramos de harina de trigo mezclada con agua, más o menos, de 1 kilo de pan.

Así pues, si asimilamos 10 gramos de materia diariamente, asimilamos el equivalente de un 1.4% de lo que nos comemos.

Según este cálculo tan simple, si reducimos 21 kilocalorías de nuestra ingesta diaria, reducimos 3.65 kilos en un año.

Pero, y esto concurre con todo lo que escribo, ¿cómo vamos a garantizar que esa reducción es real?

En la física, y eso enseñamos a nuestros alumnos, todo lo que medimos tiene incertidumbres. Si comemos un filete de carne ¿sabemos, del peso medido, cuánto hay asimilable y cuánto no, cada día? Los filetes son distintos de día en día, y es imposible saber con la exactitud de 10 gramos o 21 kilocalorías, lo que comemos cada día. Del pan que comemos, ¿sabemos si hemos comido una miga más o menos?

Y así con todo.

Y la asimilación no depende de lo que comemos, ni casi del ejercicio que hacemos. Subir el Himalaya, o correr una maratón implican, sobre poco más o menos, las 2000 kilocalorías de la ingesta de un día. Correr 4 kilómetros (que es lo que se puede correr en una ciudad, en cualquier día laborable, son por tanto, unas 200 kilocalorías. Y si alguien “quema” cada  día 200 kilocalorías extra, no adelgaza 365 kilos en un año: Habrá muerto mucho antes.

El cuerpo de cada animal se mantiene en un equilibrio notable, del que solo se sale cuando se enferma. Se puede reducir en 200 kilocalorías la ingesta diaria. Se baja de peso… uno o dos meses y luego el cuerpo ajusta su consumo a la nueva ingesta.

No conocemos cómo el cuerpo, el cerebro, regula ese equilibrio.

Mientras no consigamos ese conocimiento, el cuento de “ese alimento tiene más calorías que aquel otro”, y la historia de las dietas es, probablemente, un cuento chino.

Nueva Arquitectura contra el Cambio Climático (¡Y para vivir mejor!)

En esta década, entre el 55 y el 60% de la población del planeta va a vivir en ciudades, en edificios diseñados por arquitectos e ingenieros de caminos (o civiles).  Alrededor de un 75% del gasto energético de la humanidad se realiza en y entre las ciudades.

Si queremos frenar el Cambio Climático tenemos que cambiar la forma en que los edificios y las ciudades emplean la energía.

Vivir quiere decir gastar y disipar energía. La disipación es inevitable, debido a la Segunda Ley de la Termodinámica, mientras que el mantenimiento de la vida exige un gasto constante de energía.

Los edificios emplean hoy mucha energía, pero la cantidad empleada puede disminuirse radicalmente, y la que reste como necesaria puede obtenerse sin quemar carbono.

Una parte muy considerable de la energía que emplean los edificios se invierte en calentarlos en invierno y enfriarlos en verano. La idea es proporcionar una temperatura entre 18 y 22ºC a las personas que se encuentran en su interior, bien habitándolos, bien por razones de trabajo.

Un termo de café lo conserva a 98ºC a pesar de que la diferencia de temperaturas entre su interior y su exterior pueda ser de 110ºC, o al revés, puede conservar agua a 0ºC mientras que el exterior se encuentre a 45ºC.  Se trata de impedir el flujo de energía (calor) a través de sus paredes en cualquiera de los dos sentidos. En los termos esto se consigue mediante dos paredes reflectantes  entre las cuales se ha hecho un vacío considerable.

No habría mucho problema en hacer lo mismo con los edificios, pero los vacíos son difíciles de realizar. Afortunadamente, el aire inmóvil conduce muy mal el calor, como saben bien quienes utilizan jerseys o abrigos de lana. Se trata de forrar los edificios por dentro y por fuera, con elementos llenos de aire que no pueda moverse: Lana de oveja, de vidrio, de roca.  Hoy tenemos toda clase de elementos constructivos con estos materiales que nos permiten conseguir que solo una cantidad mínima de calor atraviese las paredes. Cualquier persona que vaya a comprar un piso, una parte de un edificio debe, por su propia economía, comprobar cómo están hechas las paredes y demandar al constructor una prueba de flujo de energía a través de las mismas.

Por ejemplo, en un día en el cual la temperatura exterior sea de 0ºC, una pared de 15 m2, que dé al exterior, no debería perder más de 80 watios, 2 kwh diarios, o 0.40 euros. Cualquier cantidad mayor de ésta debería implicar una reclamación y falta de pago al constructor.

Las ventanas deben ser dobles para mantener una capa de aire entre los vidrios de no más de un centímetro de espesor, para evitar el movimiento del mismo. Una ventanal de 2 m2, de doble vidrio perdería, o ganaría, otros 80 watios, pero si ponemos vidrio triple, con cada uno de los tres vidrios de espesores que no sean múltiplos enteros unos de otros, por ejemplo, 5, 7 y 9 milímetros, tendremos una pérdida o ganancia de 40 watios y un aislamiento casi perfecto frente al ruido exterior, como valor añadido.

Esta energía perdida en invierno se compensa calentando las paredes de la habitación mediante un sistema estándar de placas de yeso con minitubos por los cuales circula agua a temperaturas de unos 30ºC, habiendo calentado el agua mediante una bomba de calor que ha extraído energía del aire frío exterior, enfriándolo, y movida por energía eléctrica obtenida de celdas solares.

Esto parece un poquito complicado, pero también era complicada la electricidad hace 140 años, o la telefonía hace 100 años, y hoy son algo completamente normal que instalan todos los constructores.

Hoy, en el código técnico de la edificación vigente en España, es obligatorio instalar en todos los edificios sistemas de agua caliente solar. Dada la disminución brutal del precio de las celdas fotovoltaicas, parece evidente que debe añadirse una cláusula a ese código técnico que obligue a instalar tantas celdas de éstas como permitan las cubiertas de los edificios.

Otra cuestión arquitectónica que debe ayudar a frenar el Cambio Climático es el urbanismo. Vivimos en ciudades que se han ido construyendo según un esquema de hace unos 6.000 años: Personas concentradas dentro de un recinto amurallado con muy pocas puertas, que salen del mismo por las mañanas y retornan al anochecer y similarmente con el flujo inverso. Aquellas ciudades se construyeron como almacenes de granos y otros productos energéticos y era preciso amurallarlas con pocas puertas para defender esos productos de los predadores externos.

Hoy las ciudades ya no son almacenes de energía, y si sufren ataques, estos se realizan desde el aire, por lo que las murallas han quedado obsoletas.

Para saber cómo organizar una circulación sin atascos, podemos fijarnos en el cuerpo de los animales y de las plantas, y en ejemplo más cercano, nuestro propio cuerpo.  Los atascos se crean en las carreteras cuando se reduce la sección del canal del flujo. En el cuerpo humano la aorta va reduciendo su sección, pero se abren ramales de manera que la sección combinada de ellos es mayor que la del canal de entradas, y así hasta los capilares que aportan la sangre a las células.

Dejando para los siguientes párrafos la idea de una nueva organización del trabajo que elimine la necesidad de viajar constantemente de fuera hacia adentro de la ciudad y viceversa, una manera sencilla de reducir las atascos, y el inmenso gasto de energía que suponen, es multiplicar por un factor grande el número de puertas en las murallas que hoy rodean las ciudades: Las circunvalaciones como la M40 y la M50 en Madrid, por ejemplo, y similares en el resto de las ciudades del mundo. Una vez abiertas las puertas, dividir los canales (las calles) de entrada y salida en un número muy grande de rutas capilares a cada punto, multiconectadas, y siempre evitando los embudos.

Adicionalmente, en 2020, ¿hay alguna necesidad del tráfico intenso diario de entrada y salida de las ciudades? Evidentemente, el personal de los talleres, los vendedores en el mercado, y los transportistas deben moverse.

Pero, ¿es necesario que una persona encargada de la contabilidad de una empresa, un abogado, un economista, etc, acudan todos los días al mismo edificio con otras personas de la misma empresa? Se puede trabajar en las casas, y en oficinas subsidiarias en núcleos no jerárquicos que formen una conurbación.

Una mayoría del tráfico de personas e incluso de mercancías se puede realizar mediante cintas transportadoras paralelas de velocidades crecientes hacia su centro, de manera que los viajeros puedan pasar de unas a otras sin disrupción. Si las cintas aumentan su velocidad de 5 en 5 km/h (la velocidad de una persona andando) los pasajeros pueden acceder a la cinta rápida en una serie de 12 saltos, y a la inversa. Los núcleos de la conturbación deben estar conectados entre sí todos con todos, huyendo de jerarquías y copiando del sistema de internet.

Edificios aislados y conexiones inteligentes entre nudos no jerárquicos reduce en un factor de al menos 10 el consumo de energía, siendo la residual necesaria suministrada mediante centrales solares.

¿Que es la Universidad?

La universidad es un conjunto de personas que, reunidas, se dedican a la búsqueda del conocimiento, y una vez alcanzado este, a su enseñanza a otras personas jóvenes (en edad y de espíritu) que quieren acceder al mismo.

Estamos rodeados por la naturaleza, y una parte de ella que somos nosotros, los seres humanos. Y aunque vemos lo que nos envuelve, conocemos aún poco de ello, a pesar de estar en 2020. Tres ejemplos:

  • Aún somos incapaces de entender las olas del mar y el movimiento del aire sobre la superficie de la Tierra.

2)   No entendemos nuestra respuesta humana (o la de otros animales y plantas) a los ataques víricos.

3)   No sabemos realmente cómo pensaban nuestros antepasados: Del Nuevo Testamento solo tenemos

información de 200 años después de los hechos que cuenta, y tenemos idea de que el Antiguo se escribió

hacia el año 400 a.C. ¿Existió Homero? ¿Quién escribió la Iliada?

 

¿Podemos vivir sin conocimiento?

 

Como robots, sí, pero no como personas. La búsqueda del conocimiento no tiene como razón de ser encontrar trabajo, o producir bienes y servicios.

 

Es algo esencialmente, esencialmente, humano. Que además sirva para otras cosas está bien, pero no es su misión. Por lo tanto cualquier argumento sobre la universidad que mencione “colocación”, “productividad”, etc. es espúreo.

 

Siendo esto así, ¿Debe financiar la sociedad esa búsqueda, transmisión y almacenamiento del conocimiento?

 

La respuesta es evidente. Al ser una parte de la acción humana, debe hacerlo, sin preocuparse mucho de rendimientos inmediatos. No hay relación directa entre el estudio y la prosperidad, pero esa relación, implícita, es evidente: Las sociedades que potencian el estudio, avanzan. Las que lo rechazan, se mantienen a niveles, digamos, antropoideos.

 

La razón evidente de que la sociedad no puede exigir resultados concretos de conocimiento como rendimiento de su inversión es la siguiente: Si un gestor social dice a un estudioso: Le doy 100.000 euros y quiero que me descubra la Ley de la Gravedad, está tirando el dinero, pues ya conoce la Ley de la Gravedad. Ahora, si ese gestor social (la iglesia anglicana, es decir, la sociedad inglesa, que era la que pagaba a la iglesia, que financiaba a la Universidad de Cambridge) paga el salario de Newton, sin exigir nada, por bastante poco dinero obtiene buena parte de las leyes de la física.

 

Frente a las ideas de que las personas prefieren no trabajar y cobrar, la realidad es que la gran mayoría de personas trabajan tanto por el salario como por el interés del trabajo. Sí, incluso en las minas de carbón de Asturias, los mineros querían seguir con esos trabajos inmensamente difíciles, aunque se les ofrecía el mismo salario por dejar la mina. (Es claro que siempre hay excepciones, como siempre hay ladrones y asesinos en todas las sociedades, pero esto es algo que no se puede cambiar; es como las mutaciones en la reproducción celular, lo que llamamos cáncer).

 

Por ello, todo el debate sobre la universidad falla en su origen (como el debate sobre el Brexit, o sobre por qué muchos americanos han votado a Trump: En la sociedad no prima el interés económico, que es uno más entre otros muchos intereses).

 

Entonces, ¿hay problemas hoy en la universidad?

 

Evidentemente, como en todos los tiempos, y en todas las instituciones.  Derivan de una confusión entre el símbolo y la realidad. A principios del siglo XX los ricos, en España, empezaron a cenar a las 10 de la noche, o más tarde, como símbolo de que que podían levantarse a media mañana, ya que no necesitaban trabajar. El resto de la población comenzó a desplazar su hora de cena hacia las 10 de la noche, para parecerse a los ricos. Hoy hay locos de la carretera que quieren imitar a los pilotos de las Fórmulas de coches, sin serlo.

 

Muchas personas, durante los años de la postguerra en España (y si a eso vamos, en el resto del mundo) observaban a gente que prosperaba en distintas profesiones: Médicos, algunos abogados, economistas, ingenieros …, y forzaron, en cuanto se abrió la veda (en España, tras la muerte de Franco) a los gestores sociales a aumentar, casi sin límite, el número de universidades, y a demandar que cambiasen su objetivo hacia uno de tipo agencia de colocación.

 

Puesto que los gestores sociales raras veces son universitarios, no tienen claro lo que es la universidad y bajo aquella presión intentaron convertirla en un sistema de producción de profesionales con un conocimiento superficial de sus profesiones. Superficial, porque con una afluencia masiva a las aulas, la transmisión de conocimiento, que solo puede realizarse mediante el trabajo estrecho, personal y continuado del alumno con el profesor, se reemplaza por unas instrucciones impersonales, de escaso rendimiento.

 

A pesar de ello, la sociedad no está descontenta, pues, como ocurre con el trabajo femenino, la situación social, aunque no óptima, es mejor que la anterior.

 

Pero esos gestores sociales, a pesar de no ser universitarios, en vez de asumir que la sociedad paga contenta por un resultado inespecífico, como con la sanidad, detectan un inconsistencia entre el objetivo de la universidad, el conocimiento, y la realidad actual de producción de semi-profesionales. Y se hacen reformas tras reformas que fracasan pues no afrontan el problema real.

 

Solo hay solución si se reconoce este problema real: Un país de 47 millones de habitantes no puede tener 47 millones de médicos (exagerando para resaltar el conflicto).  En cualquier empresa solo puede haber un jefe y un pequeño número de subjefes. Y esto por definición.

 

La única solución real para la universidad, como para muchos problemas de las sociedades es romper los esquemas y volver a los originales.

 

En Francia, entre 1750 y 1789, los aristócratas, que vendían su arrojo, su valor personal en las guerras, habían dejado de tener utilidad, puesto que, o no había guerras, o estas se hacían desde lejos, con cañones. La utilidad social la habían adquirido abogados y financieros, que sin embargo no estaban representados en las estructuras de poder: La sociedad estalló, y la desaparición de la aristocracia se convirtió en permanente.

 

Hoy es difícil decir a las personas, por ejemplo, en España, que no es necesario que sus hijos realicen una carrera universitaria. Mientras no se reconozca que en cualquier sociedad sociedad el número de universitarios no tiene sentido que sea muy grande, la universidad seguirá en crisis, como estaba en crisis la Francia de la segunda mitad del siglo XVIII.

 

La crisis es de consistencia: Una universidad para todos no es universidad. Y una universidad para pocos es algo que la sociedad no quiere.

 

El conflicto está servido y será permanente durante largo tiempo.

Macron y el pesimismo sobre Europa

Tras las dos catástrofes mundiales y la multitud de catástrofes locales del siglo XX, que representaron la resistencia feroz del pensamiento tribal a una posible realidad global, se intentó, no solo en Europa, el avance de este sistema cooperativo: La globalización.

Puesto que ese esquema suponía ir contra corriente, se intentó (Schumman, y los creadores del germen de la UE) endulzarlo con la promesa de una vida mejor. Y así fue, pero la mejora constante es muy difícil sin un suministro creciente de energía de alto rendimiento (energía que exija gastar muy poca de ella misma para conseguir más). Ya no hay más energía creciente: El pico de producción de petróleo se alcanzó, curiosamente, en 2007. Sigue y seguirá habiendo petróleo, pero no al ritmo necesario para que las gentes, de todo el mundo, aumenten un, digamos, 5% anual su riqueza.

El aumento de riqueza se ha estancado. Si el futuro es trabajar sin mejorar, las personas se vuelven hacia otros objetivos: Que mi jardín sea solo mío, que no oiga yo hablar en rumano en el bar de la esquina, vivir de sueños …

Esto deriva del miedo.

Ayer estuve en un examen de mis alumnos. Muchos me decían que se ponen nerviosos. Estos “nervios” son consecuencia del miedo.

Lo vemos claramente en Cataluña: Ellos eran los “ricos” de España. Eran los que controlaban la riqueza fabril. Pero hoy una buena parte de la riqueza ya no deriva de las fabricas, sino de los servicios. Ven que han dejado de ser los “reyes del mambo”, y tienen miedo de seguir por ese camino. Y se revuelven.

Lo que genera resistencias férreas, hasta llegar a las guerras, es la pérdida de los privilegios. Se vio en las revoluciones inglesa y francesa. En el estallido de la primera guerra mundial, en la subida de Hitler. En la guerra civil inglesa, en la revolución francesa, los aristócratas ingleses y franceses se revolvieron como gato panza arriba contra los nuevos ricos, los burgueses que querían participar en esos privilegios. Austria no quería permitir que los “siervos” serbios accediesen o al co-gobierno con Austria, o a la independencia, los “superhombres” alemanes no podían aceptar que los “inferiores” franceses dispusieran de la industria del Ruhr.

Los catalanes, sin verbalizarlo, se dicen a sí mismos: Si no podemos controlar financieramente al resto de España, nos encerramos. Seremos pobres, pero dentro de nuestra casa. Así no se verá que hemos perdido el privilegio.

Europa, realmente, se construyó desde la hazaña de Colón. La América inglesa, los EEUU funcionaron como “sueño americano” mientras había energía de sobra de que disponer: Primero las tierras del Oeste, luego, el petróleo. Hoy el fracking ya no es lo mismo. Y de ahí la llamada imposible de Trump: “Hagamos América grande de nuevo”. Ya no puede.

Hay solución, pero exige una revolución mental, y las revoluciones son sangrientas, aunque sea la sangre cerebral, el esfuerzo inmenso de cambiar de forma de pensar.

Para poder seguir creciendo, ya no podemos confiar en los “capitanes de empresa”: En trabajar, cada vez por más dinero, para otros que asumen los riesgos. El sistema capitalista ya no puede seguir funcionando. Y no sugiero el sistema comunista, que es capitalista, pero donde solo hay uno de ellos, solo un capitalista en régimen de monopolio: El capitalismo llevado al extremo.

Lo que he escrito en The Conversation, es que debemos, todos, aceptar la incertidumbre, vivir con riesgo, crear cada uno nuestra propia riqueza, no común, sino riqueza individual, porque la energía de hoy y del futuro no está en muy pocos campos de petróleo, en muy pocas fábricas en el Ruhr, sino que está distribuida por el globo.

Pero lo habitual desde hace 200 años es que el riesgo lo asumen muy pocos, y la mayoría mejora constantemente trabajando para esos pocos.

Mientras los mensajes sigan siendo los mismos de siempre: “Voy a mantener y subir las pensiones”, “Voy a subvencionar la economía”, la sociedad se irá rompiendo en cachitos.

Se precisa otro mensaje: “Tenéis que trabajar todos, tenéis todos que asumir riesgos, nadie os va a cuidar”

Esto no vende, no atrae votos. El resultado será, de nuevo, una confrontación hasta encontrar un nuevo esquema socio-económico.

Lo que es claro es que no se puede seguir con el mensaje caduco: Europa, pero no solo Europa, se rompe con ese mensaje.

Ciencia mística y ciencia real

Hace ya 2500 años que Platón inauguró una forma de pensar que ha retrasado notablemente la comprensión de la naturaleza y del ser humano (que es parte de esa naturaleza). En Platón la naturaleza es una imagen desvaída del reino de las ideas, (que  siendo ideas de los seres humanos, no podrían estar fuera de esa naturaleza), o de las matemáticas abstractas, lo mismo, una creación de la mente humana. Piensa, pues, Platón, que existen las ideas, las matemáticas, fuera del Universo, y que éste es una realización de aquellas, como las matrices pueden ser una realización de los grupos (pero realmente lo que existen son las matrices como conjuntos de números, y a partir de sus propiedades se definen los grupos de simetría matemáticos).

Y aquí empieza la mística. El Universo es, por definición, todo lo que existe, y no puede haber nada fuera del mismo, distinto del mismo. ¿Qué puede querer decir que una pelota de baloncesto es una pobre realización de una esfera ideal?

La realidad es que una esfera ideal es la conceptualización realizada en nuestras mentes de los elementos comunes de canicas, bolas de rodamientos, bolas de billar, balones de futbol, balones de baloncesto, y demás objetos similares.

Los objetos del Universo no pueden ser realizaciones de ideas abstractas, pues falta el mecanismo que las produce, mientras que para la conceptualización en las mentes humanas de las ideas abstractas a partir de los elementos comunes de los objetos sensibles, el mecanismo es sencillo de describir: Pasa por eliminar del concepto los detalles de diferencia, con lo que queda el concepto abstracto como resultado común. Y el mecanismo físico son las conexiones neuronales.

Hace unos 90 años, tras la década prodigiosa de la física de pequeñas escalas de energía, del desarrollo de la mecánica cuántica, en los años 20 del siglo XX,  se empezó a encontrar que cuando se hacían chocar entre sí partículas estables, como protones, aparecían, tras los choques, trazas distintas de las de éstos en las cámaras de registro, trazas que duraban muy, muy poco, tan poco que algunas de ellas no se visualizaban más que que como otras trazas que aparecían a partir de puntos de los registradores, puntos en los que no se había detectado nada.

Por otro lado, se conocía desde aquella década la desintegración beta, o desintegración del neutrón.

Es éste una partícula neutra, de algo mayor masa que el protón (el núcleo del átomo de hidrógeno). Las primeras ideas sobre el mismo eran que estaba formado por la unión de un protón, de carga unidad (en unidades atómicas) positiva y un electrón, de carga unidad negativa. La idea es correcta a grosso modo, digamos, visto desde lejos. Pero tanto el protón como el electrón tienen spin 1/2 , y también lo tiene el neutrón, de manera que aunque la combinación de cargas da carga 0, la combinación de spines no puede producir el spin del neutrón, salvo que este contenga adicionalmente otra partícula neutra.

Por otro lado, ¿cómo están unidos en el núcleo de los átomos, los protones y los neutrones entre sí? Una forma muy sencilla la proporciona una estructura triangular, con por ejemplo, 3 protones en los vértices y un electrón en el centro. Esta estructura debería romperse, pues los protones se repelen entre sí, pero la presencia del electrón en el centro los cementa, los une, e incluso permite oscilaciones del conjunto.

En las últimas teorías del neutrón, éste está formado por 3 quarks, de cargas 2/3 y -1/3, -1/3, y otros parámetros, de los cuales uno se indica como “abajo” y otro como “arriba”. En un momento dado, unos 15 minutos después de que el neutrón haya salido del núcleo, uno de los quarks (“abajo”), sin explicación ni mecanismo alguno, cambia su carga de -1/3  a 2/3 y su parámetro a “arriba”, y emite un electrón y un neutrino (o antineutrino, que es lo mismo) que al tener spin, mantiene los momentos angulares equilibrados.

Visto desde lejos, la realidad parece ser que el neutrón está formado por un protón, un electrón y un neutrino.

La idea de la formación mediante quarks parece ir en contra de la norma de la cuchilla de Occam, y ser un forzamiento de una idea sobre la realidad.

La explicación actual (y desde hace unos 60 años, ya algo talluda) es que el conjunto de tres quarks (“arriba”, “abajo”, “abajo”) de repente, al cabo de esos minutos, emite una partícula virtual (es decir, irreal) que convierte uno de los quarks “abajo” en un quark “arriba”, cambia su carga eléctrica y emite un electrón y un neutrino.

La idea de la partícula virtual es la de una herramienta matemática. En una cierta formulación de esa desintegración (travestida de transmutación) del neutrón, se precisa de una cierta interacción matemática para  resolver las ecuaciones. De la necesidad matemática se pasa a la invención, digamos, lingüística.

Estamos ante la misma magia que la conversión directa de un neutron en un protón, un electrón y un neutrino.

No hay explicación, no hay mecanismo físico.

Se suele decir que “… en Mecánica Cuántica, si algo puede ocurrir (por razones energéticas, por ejemplo) ocurrirá.” . Pero necesitamos mecanismos, sin ellos todo es magia. El Acueducto de Segovia puede caer, pues es energéticamente favorable que caiga. Pero para ello se precisa un terremoto, por ejemplo, o un deslizamiento de tierras, una causa, un mecanismo. Y este no se conoce para la conversión de un quark d en un quark u, o para físicos avezados, para la emisión un boson W (la partículainexistente). Se emite este bosón. Sin causa, ni mecanismo ni explicación. Así no se puede hacer ciencia.

Se asume que los cambios de un quark d en un quark u se producen mediante una fuerza “débil”.  Es una “fuerza” misteriosa, y de hecho, bien analizada no puede decirse que sea una fuerza, al menos no en el sentido de la Ley básica de la Naturaleza, la Segunda Ley de Newton, en la cual la fuerza entre cuerpos produce aceleración.

Por otro lado, tampoco es una “interacción”, pues la conversión de un quark d en un quark u no implica interacción entre nada.  En la descripción de arriba, un quark d aislado, un neutrón alejado de las paredes de un contenedor, emite una “partícula que no existe” (ese es el significado de ‘virtual’) y pasa a quark u.

Pudiese ser que la interacción entre dos quarks d generase que uno de ellos se convirtiese en u, y nunca a la inversa. Pero no queda especificado ni cómo (cómo se emite una partícula inexistente W) ni cuándo.

Se suele decir: “… en Mecánica Cuántica las cosas ocurren.”

O bien “ … cuando un quark d que forma un neutrón emite espontáneamente una partícula inexistente W y esta partícula inexistente genera espontáneamente un electrón y un neutrino …” lo que se está afirmando es que no se tiene ni idea de como se producen esos cambios y que ellos son esencialmente magia.

Pero la ignorancia no es un reconocimiento de la realidad. Es mucho más honrado decir “Ignoramos por qué ocurren”.

Una de las figuras de la física del siglo XX, Niels Bohr era ciertamente platónico, mientras que Einstein aceptaba la objetividad de la Naturaleza, aunque tenía una componente mística cuando afirmaba que “Dios no juega a los dados”.

La herencia de Bohr es que en una parte de la física de los siglos XX y lo que va de XXI, domina el pensamiento platónico en el sentido de que se intenta forzar a la Naturaleza a seguir los desarrollos matemáticos: Teoría de cuerdas, espacios de 17 dimensiones, multi-versos, etc.

Como en otras muchas cosas que están ocurriendo hoy en todo el mundo, visto que la realidad es prosaica y el pensamiento ideal aguanta cualquier esfuerzo de imaginación, una gran cantidad de gente, científicos incluidos, opta por la irrealidad.

La evolución de las personas: Trump, Brexit, Francia, Cataluña, Podemos, disturbios por todo el mundo.

La esencia de los problemas es la “tribu”, y el ansia de las tribus de eliminar a las demás, sobre todo cuando los cazaderos se vuelven escasos.

Cuando había riqueza  (energía) de sobra en un cazadero no importaba que otras tribus dispusieran de otros. Solo cuando, por causas climáticas o por aumento de la población, se agotaba la energía disponible por persona en el primer cazadero, la tribu trataba de eliminar a otras de otros cazaderos y quedarse con ellos.

Evidentemente, el problema era que otras tribus podían hacer lo mismo con la primera.

Ocurrió con la agricultura, hasta agotar la tierra fértil disponible, y hasta que las tribus predadoras habían agotado lo que podían obtener de la rapiña. Está ocurriendo ahora, por el crecimiento de la población y estancamiento de la producción de combustibles fósiles.

La mejor solución no es eliminar a otras tribus, o desplazarlas, sino, evidentemente, aumentar la riqueza disponible.

Se alcanzó un máximo de petróleo por persona en el año 2000, y además aumentó la distribución, de estar concentrada en los EEUU y Europa, a repartirse entre estas dos regiones y China e India.

Así, digamos en 2000, cuando el consumo en China no era muy grande, a los estadounidenses y europeos tocaban unos 29 barriles de petróleo por persona al día. Hoy tocan a 23.8. Es claro que las personas de por aquí han empezado a detectar que otra(s) tribu(s) está(n) haciendo disminuir su riqueza.

La respuesta racional es aumentar la riqueza disponible, aumentando la captura de energía.

La respuesta tribal es trata de quitar a otros parte de esa riqueza.

Un ejemplo fueron los Sioux o Lakotas en el Medio Oeste. Vivían en los bosques de Montana. Los Pawnees vivían en el valle de río Republican, un afluente del Missouri. Decidieron expulsar a los pawnees para aumentar sus recursos energéticos (la energía solar almacenada en los granos y demas alimentos que un valle produce en mayor abundancia que un bosque.

En unas circunstancias climáticas favorables, la población de las tribus mongolas del norte de China creció considerablemente de manera que tuvieron que buscar nuevas fuentes de energía, a costa de sus vecinos, incluyendo los valles fluviales del sur, en China.

¿Qué pasa hoy?

En los EEUU era común la idea del “sueño americano”: Que todos los estadounidenses podían, es más, tenían el derecho de mejorar su riqueza personal a lo largo de sus vidas.

Mientras hubiera tierras fértiles sin ocupación “blanca”, mientras hubiese esclavos (o casi esclavos) negros, mientras no hubiese otro poder financiero dominante y hubiese abundancia de energía por persona, todos contentos. Pero las tierras libres se agotaron, la UE empezó a convertirse en un competidor financiero, y en el comercio apareció China como competidor. La riqueza por persona se estancó, y desapareció el sueño americano. Hay pleno empleo, pero las personas no ven cómo mejorar cada año.

Las tribus “blancas” de los estados agrícolas piensan que deberían re-esclavizar a los negros, y en su caso, esclavizar a los latinoamericanos, además de tratar de eliminar a los chinos del comercio mundial. Las tribus retoman su actitud secular y buscan quitar recursos a los demás en vez de aumentar esos recursos in situ.

Esto mismo pasa en Inglaterra, donde las tribus “rurales” piensan que los inmigrantes del este de Europa bajan los salarios que, piensan, ellos podrían obtener. Se disfraza ésto de imágenes culturales, y añoranzas históricas deformadas (la colonización generaba algunas oportunidades de mejorar, pero solo para los que no morían en las colonias, que eran muchos). Si la “tribu” vuelve a ser “independiente” podrá volver al esquema colonial, ignorando, por falta de análisis, que esto ya no es posible.

Lo mismo ocurre en Cataluña, donde se trata de que, al separarse del resto de España, pueda dominar sobre ese resto. Deriva esto del cambio mundial de una economía fabril, que ellos controlaban, hacia una economía de servicios, en la cual ya no son los mejores, sino que deben competir en pie de igualdad con ese resto de españoles. Algo parecido pasa con los vascos, pero en este caso, al ser tan pocos, no tiene riqueza suficiente para pagar a los mayores unas pensiones bastante elevadas.

En Francia se vive ahora algo parecido, en mucha menor escala, a lo que ocurrió antes de la revolución Francesa: La anulación de los privilegios. Muchas personas soportan el vivir peor que antes, pero muy pocas aceptan perder “status” y privilegios, pues eso les haría tener que cambiar de tribu. Los privilegios de cada uno de los 42 sistemas de pensiones (recordemos que éstas comenzaron con las pensiones para los marinos organizadas por Colbert alrededor de 1680) se sienten de una tribu distinta de las de demás. Estos privilegios se mantenían mientras Francia podía aumentar cada año su riqueza, pero de nuevo, el aumento de la riqueza de China con una producción de petróleo por persona decreciente, hace que esto ya no sea posible.

En España apareció, como en el resto de los países que estoy analizando, el frenazo de las expectativas de mejora, tanto en las pensiones, como en las personas que trabajan. Una forma de adquirir status en España era acceder a la propiedad de vivienda (habitual y de vacaciones). Esto funcionaba (sin recursos, pero funcionaba) hasta 2007-2010, cuando el “sueño español” fracasó. Para muchos españoles, el PP no es el partido de la corrupción, sino, realmente, el partido de la austeridad. Podemos es el partido del “sueño”, aunque sea el sueño de ganar lo mismo trabajando menos, o de ganar algo más quitándoselo a otra tribu “los ricos.

Si miramos con atención la historia de la humanidad, vemos que solo ha habido progreso (que cada uno viva mejor que sus padres, por ejemplo) cuando se ha instalado una nueva energía (la agricultura, el carbón y el petróleo), o se han puesto en marcha nuevas fuentes de la misma (las tierras americanas para los inmigrantes europeos, por ejemplo).

Las luchas tribales no han generado nunca el menor progreso común, aunque quizás sí progreso limitado para los cabecillas de esas tribus.

Tenemos al alcance de la mano incrementar por un factor muy elevado la disponibilidad de energía, capturando la energía solar sin necesidad de agua ni de suelo fértil.

Pero no lo estamos haciendo, y si estamos volviendo a la mentalidad de los 100.000 años anteriores al descubrimiento de la agricultura, una mentalidad que, como se vio desde el año 400 d. C. hasta 1492, lo único que generaban las guerras tribales era muerte, desolación y pobreza.

Hoy todos quieren ser reyes

En todo el mundo una considerable cantidad de personas quieren que se las considere, que se haga lo que cada una reclama: Más pensiones, vivir aislados, ganar los americanos a los chinos, los chinos a los americanos, que no haya ricos, que las mujeres igualen en todo a los hombres, etc., etc.

Hasta las niñas y los niños  quieren volar  moviendo los brazos.

Normal.

Siempre ha querido la humanidad vivir mucho mejor de lo que vive, aquí, o tras la muerte.

Pero hoy los deseos se comparten globalmente, y la fuerza de los grupos es enorme.

Sin embargo, en vez de utilizar esa fuerza cooperando para conseguir mucho, los grupos quieren, cada uno, eliminar a los demás, pensando que la riqueza es algo fijo, que es preciso aislar e impedir que otros accedan a ella.

Pero, como escribo muchas veces en este blog, la riqueza es, si no infinita, inmensa, pues es la energía del universo del cual nosotros somos una minúscula parte.

Se puede conseguir cada vez más riqueza, para cada uno y para todos. Pero es preciso cooperar para extraerla. Competir solo produce pobreza, es decir, una riqueza muchísimo menor que la alcanzable mediante la cooperación.

Esto lo hemos aprendido a través de la ciencia, desarrollada solo durante los últimos 400 años de la historia del homo pseudo-sapiens. Lo que domina los cerebros de los miembros de nuestra especie son, no los genes, sino los memes acumulados antes de 1600 DC: Al menos 100.000 años que crearon una cultura de robo de la escasísima cantidad de energía a la que podían acceder.

Un ejemplo lo deja claro: A principios del siglo XX la tierra ya no era lo que generaba riqueza, lo que producía energía, sino las minas y los pozos de carbón. Pero el Kaiser Guillermo II de Prusia (con Alemania unida a ella) seguía pensando en tierras y colonias como fuente de riqueza, y envidiaba tremendamente a Inglaterra y a Francia. Su meme cultural seguía siendo la riqueza procedente de la fotosíntesis del momento, y no de la fotosíntesis de hacía 300 millones de años almacenada en los combustibles fósiles: Quería utilizar éstos para conquistar las tierras europeas y sus colonias, en vez de para aumentar la riqueza de su pueblo.

Las protestas actuales, los Brexits, las tarifas de Trump, la exigencia de separación de España por parte de algunos catalanes, las exigencias de acceder a más riqueza por parte de chilenos, peruanos y ecuatorianos, entre muchos otros, son los memes antiquísimos que vuelven a salir a la superficie.

Otro ejemplo: Sin aumentar la riqueza española, en inútil exigir más pensiones, más altas: Sencillamente no hay más, y sin aumentar esa riqueza hay que repartir la que hay entre cada vez más personas que no la producen.

Tenemos disponible toda la riqueza que queramos, la energía que viene del sol. Pero para capturarla es preciso dedicarse a ello, no a reclamar parte de la que ya hemos capturado, pues esta parte va desapareciendo con cada día que pasa.

Y para dedicarse a ello es preciso cooperar entre todos los grupos. Rechazar los memes de escasez y dedicarse a la captura posible.

Estamos en el borde, en la frontera, como lo estaban España y Portugal en 1480.

Podemos cruzar el Atlántico.

O podemos seguir luchando en eternas guerras civiles, intraeuropeas y similares, que solo producen la continuación de la pobreza.

¿Qué necesitamos para acceder a la riqueza de la energía solar?

Escribía hace un par de semanas que estamos desperdiciando la oportunidad de acceder a una barbaridad más de energía de la que disponemos ahora, utilizando la energía solar.

El domingo día 27 de Octubre apareció Jeremy Rifkin en la televisión diciendo que esa riqueza estaba ya casi disponible, y que se alcanzaría en 2028.

Es un poco difícil que sea así. Pero se puede avanzar más o menos deprisa hacia el objetivo. Lo que no podemos es detenernos.

Vamos a considerar el caso de España, y este caso se puede extender a otros países.

España está utilizando hoy alrededor de 1440 Twh anuales entre usos estáticos y movimiento de vehículos.

Con un rendimiento medio de 200 kwh por metro cuadrado y año, el consumo anual español implica instalar unos 7200 km2 de paneles fotovoltaicos. Teniendo en cuenta que España tiene medio millón de kilómetros cuadrados, 7200 representan un 1.4% de la superficie española. Por comparación la superficie urbanizada es de 88000 km2, es decir un 17.4%.

Tenemos, pues, suelo más que de sobra para capturar energía solar  de los tres tipos fotovoltaica, solar térmica y eólica.

El consumo de energía se reparte en un 22% para usos industriales, un 33% para usos en edificios, y un 45% para transporte.

La UE ha propuesto un objetivo en las próximas décadas, de edificios de consumo neto cero de energía. Teniendo en cuenta que en los edificios (viviendas, oficinas, industria, locales de ocio) se precisa consumir energía sí o sí, en frigoríficos, cocinas, lavadoras, casi nada en iluminación, máquinas, etc. se plantea producir esa energía mediante un máximo de energía fotovoltaica y solar térmica locales, en los propios edificios. La solar térmica se usa para el agua caliente que precise la higiene personal y lavadoras y lavaplatos.

Se pretende que los edificios estén bien aislados térmicamente. Es imposible conseguir que un edificio nuevo no pierda o gane energía térmica (calor) a través de paredes y ventanas, además de los tejados en los pisos superiores, pero se pueden reducir notablemente esos intercambios de energía mediante buenos aislamientos. Aislar térmicamente los edificios antiguos es más difícil, pero se puede hacer.

Es posible reducir el flujo de energía en forma de calor por conducción a través de las paredes y ventanas, pero es imposible reducirlo a cero. Es más difícil reducir el calor por radiación a través de los ventanales, pues es claro que éstos están diseñados para que entre y salga energía (la luz). Solo eliminándolos conseguimos bajar a cero el calor que pudiese pasar por ellos.

Hoy se ha comenzado ya en algunos (pocos) edificios a instalar almacenamiento geotérmico de la energía, inyectando calor en verano en el subsuelo y extrayéndolo en invierno.

Los cálculos que realizan mis alumnos de un Master de Arquitectura (MUPAAC) de la universidad de Alcalá, indican que para edificios en España, se precisa instalar una producción fotovoltaica de un mínimo de 2 kw y almacenamiento para unos 6 kwh diarios por vivienda. Esto implica al menos 10 m2 de tejados por vivienda, para fotovoltaica, y 2 m2 más para agua caliente

Si tenemos un tejado de 320 m2 (4 viviendas de 80 m2 por planta) no podemos construir más de 8 plantas por edificio, y teniendo en cuenta que en invierno se captura poca energía solar, lo más probable es que la altura quede limitada a 6 plantas. En Madrid no es mucho problema pues hace años se estableció una ordenanza que limita a 4 plantas los edificios de viviendas, pero no hay limitación para edificios de otros usos.

Pero las viviendas nuevas son pocas, relativamente al parque de viviendas actual en las ciudades españolas.

Es preciso un esfuerzo notable de reforma  de edificios antiguos y una total adecuación a la normativa europea de los edificios nuevos.

Para los sistemas industriales se precisa un cambio mucho mayor de los esquemas productivos, pues muchos de ellos se basan en el fuego, en vez de en la electricidad, como por ejemplo, las cementeras, que precisan temperaturas de 1500 ºC. Sería necesario cambiar a hornos eléctricos. Es posible, pero no inmediato.

El mayor gasto de energía en España se concentra en el transporte, de viajeros y de mercancías. Es preciso cambiar el transporte de mercancías hacia túneles al vacío con contenedores cilíndricos deslizando en acero sobre teflón, y en su momento en levitación magnética. Esto implicaría eliminar los puestos de trabajo de los conductores de camiones, que pueden dedicarse al mantenimiento y control del sistema de túneles.

Con respecto a los viajeros, se necesita sobre todo un cambio de mentalidad sobre la idea de la posesión de los medios de transporte. Hoy un coche es un bien preciado para su propietario, pero es algo que pierde buena parte de su valor en el mismo momento de comprarlo, y que al revés que una vivienda, se deprecia en un plazo muy breve, y solo se usa un par de horas al día. Parece mucho más racional que los coches sean compartidos entre todos, que estén funcionando al menos 18 horas diarias, y que se compartan sus gastos entre todos los usuarios.

Los coches deberán ser eléctricos, lo que resuelve muy bien el problema de la producción intermitente de energía solar pues, por ejemplo, en España, 20 millones de baterías en los coches acumularían casi toda la energía intermitente que deben producir las fuentes solares (eólica incluida).

Rifkin hablaba aquel día de redes de transmisión eléctrica inteligentes. Rifkin solo debe de conocer las desastrosas, viejas y obsoletas redes de los EEUU. La red eléctrica española es, ya hoy, lo que Rifkin piensa que deberían ser las redes de todo el mundo.

Los problemas actuales del mundo, el rosario de protestas a lo largo y ancho del planeta, se deben al parón en el crecimiento de la disponibilidad de energía. Todos queremos vivir mañana mejor que hoy. Reducir la desigualdad económica es un factor psicológico, pero no resuelve el problema de que cada uno tenga cada día algo más, pues la riqueza de “los ricos” es un tesoro finito en el tiempo: Una vez repartido, ya no hay más y lo que se ansía es que haya más cada mes, cada año, cada generación.

Al menos durante un milenio ese “cada vez más” lo puede satisfacer la captura de energía solar, si se controla al mismo tiempo el aumento de población, y con ese surplus de energía se reforesta la Tierra y se invierte en eliminar la desertización  de sus suelos.

Es un buen desafío, y un maravilloso objetivo que debe concentrar las capacidades de la población en su propio beneficio, en vez de dispersarlas en protestas y luchas sin futuro alguno.

Parece mentira pero tras 400 años de ciencia seguimos siendo animales

Y es una pena, pues la única virtud animal es la supervivencia. Las hormigas llevan 300 millones de años sin hacer otra cosa que vivir para parir. Es como cierto sultán de una isla de Asia central, que tiene 300 coches. ¿Para qué? O la ex presidenta de Filipinas, 3000 zapatos. ¿para qué?

El ser humano, o al menos algunos seres humanos, crea. Antes del Duomo de Florencia, de la Capilla Sixtina, de las Cantatas de Bach, de las sinfonías de Beethoven, antes de la Iliada, de “La naturaleza de las cosas”, del Quijote, de Lope y Calderón, de Shakespeare, esas obras no existían en el Universo. Fueron creadas por el hombre.

Hasta los humanos más sencillos, más “normales” crean en sus casas y en sus trabajos un ambiente particular, original, individual, que no es el mismo nido que el de otros, como los de las avispas, iguales hasta el último detalle entre ellos.

Se ha dicho que lo que distingue al ser humano de los animales es el manejo del fuego, la capacidad de hablar, de hacer herramientas. Ésto, y mucho más se resume en la capacidad de crear, única en el mundo de las personas que lo habitan.

Más propio de animales es la destrucción, que no aporta ni siquiera la liberación de stress, pues el que destruye quiere seguir haciéndolo.

Cuando conduzco, mantengo una distancia de al menos 100 metros con el de delante, y me gustaría que el que va por detrás mantuviese la misma distancia conmigo. Pues bien, mi experiencia es que los que van detrás me adelantan de cualquier manera posible, aún a riesgo de accidentes y pérdida de sus coches. ¿Para qué?

Cuando me han adelantado siguen a la misma velocidad a la que voy yo, y por tanto llegan a destino en el mismo tiempo que si no lo hubiesen hecho.

Esto solo puede deberse a un instinto atávico, animal. No sé si los lectores han visto algún documental de buitres alrededor de la carroña. Todos quieren encontrar un hueco para meter el cuello. Parece que los conductores que adelantan para avanzar cinco metros lo hacen siguiendo el instinto de los buitres, en vez la racionalidad humana.

Las recientes escenas de Cataluña, en la semana del 14 al 20 de Octubre de 2019 representan otras imágenes de esa animalidad. ¿Qué pretenden conseguir con la quema de coches y asaltos a comercios, con los incendios de contenedores, y la rabia desatada?  Nada, pues, racionalmente, ellos y sus jefes saben que sus contrarios no negocian ante el chantaje. Nadie ha “conquistado” la independencia mediante la violencia, ni mediante la resistencia civil.

El mejor ejemplo es la India. Inglaterra, tras la II Guerra Mundial calculó, interesadamente, que le salía más a cuenta la Commonwealth que mantener ejércitos en distintas partes del mundo. Sencillamente.

La Revolución Francesa no llegó a durar ni 10 años, y la violencia solo sirvió para satisfacer las ansias animales de algunos ciudadanos. La Revolución Bolchevique solo consiguió cambiar de nombre a los déspotas, y mantuvo el sistema de esclavitud de los eslavos en Rusia que había durado desde 1550 hasta 1918. Los mismos perros con distintos collares.

En los EEUU una buena parte de los que apoyan a un loco infantil son aquellos que quieren volver al sistema de tribus de los nativos americanos, un sistema que, debido a la competencia violenta entre ellos, en vez de la cooperación racional, los mantuvo en una escala de primitivismo que los llevó a la casi desaparición. Los “blancos” no eran mucho mejores, pero fueron capaces de formar una federación y, a regañadientes, cooperar entre sí.

La razón, por encima de la mera animalidad, siempre produce mejores resultados para cada uno y para todos.